La lactancia de la Pulga ha llegado a su fin. ¿De la forma que habría deseado? No. Sin embargo, cuando la lactancia no resuelve y no funciona, da igual lo mucho que te empeñes. Está abocada a terminar antes o después.
Esto era algo que yo, devoradora de artículos, libros y charlas varias, no llegaba a comprender con mi primera latancia. Y es que la lactancia de Habi fue una lactancia preciosa, de libro, sin más problemas que un par de obstrucciones. Una lactancia que terminó de forma respetuosa y libre por parte de las dos. Si es cierto que yo, al final, negaba la teta a la niña, pero de forma suave y dialogando. A sus más de tres años, Habi fue dejando poco a poco el pecho, alargando los tiempos entre tomas. Primero a horas, luego a días y finalmente a semanas. Al final solo pedía cuando algo le daba miedo y se refugiaba hecha un rosquito en mi regazo.
Con la Pulga esto no ha sido así.