Cosas de Mozos: envasar Habichuelas al vacío

Empezamos nueva sección en Quebrando una Cabeza. Además, sección guapa, guapa, de humor gamberro. Porque nuestros mozos, al igual que nuestras Habichuelas, dan para secciones propias y porque, ¡qué coño! Es mejor reír que llorar. 

Y es que los Mozos han dado para chistes gráficos a cascoporro pero siempre piensas: 'Qué gracia pero que tontería. Si lo importante es que lo hagan, ¿qué más da cómo? Total, errores tenemos todos'.

Imagen tomada de Papá 2.0. Si no lo conocéis ya estáis tardando.
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Pues me estoy teniendo que tragar también esas palabras. Y es que hay un punto con el que no contaba: el Mozo es cabezota por naturaleza. Y en algo se iba a tener que notar.

La mano no me da tregua. Va cada vez peor. Tan mal que al final me han encasquetado una férula ortésica hasta que pueda ir al médico, que con las vacaciones me ha dado cita para finales de septiembre. Y el dolor es tan punzante que el Mozo se está encargando prácticamente de todo lo que implique manipular a Habi. Ello incluye el cambio de ropa. 

Si a esto le añadimos que hace unas semanas, el Mozo estaba alterado a raíz de una entrevista de trabajo (el Mozo se altera de vez en cuando y te dan ganas de mandarlo a tomar por culo a tomarse unos all bran) y que Habi tenía una tarde poco colaboradora pues tenemos el cóctel perfecto. 

Después de una discusión absurda (tan absurda que ya ni recuerdo el motivo) el Mozo se fue muy digno a por ropa para la peque y cogió un pijama que, a simple vista yo ya sabía que era demasiado pequeño. Sin embargo opté por no decir nada por aquello de no echar más leña al fuego y me fui a dormir. Total, ya se daría cuenta él de que el pijama no era el adecuado y lo cambiaría. 

¡Ay amigos! Craso error. El Mozo no solo logró embutir a la Habichuela en un pijama de la talla 1 mes. ¡Es que además logró abrocharlo! Y yo, entre sueños, no me percaté del problema. 

El resultado fue una noche espantosa. De esas a las que no estamos en absoluto acostumbrados porque Habi es muy ceporra. Y yo lo asocié a los moquetes que le estaban fastidiando desde el día anterior. O a cambios en el patrón del sueño. O a que una mala noche la tiene cualquiera. El caso es que no encendí la luz. Y al día siguiente, bajo los rayos del sol, me encontré a mi pequeña morcilla el percal.

Han pasado ya cinco días y seguimos con las marcas en los muslitos, pobrecita mía. No parece que le duelan pero este episodio ha servido para que el Mozo se pasee con las orejas agachadas y para que yo reorganice todo el armario y mantenga fuera del alcance de los Mozos cualquier prenda de talla no apropiada para nuestro bebé. 

Oye, pues de todo se aprende. ¿No?

Y a vosotros, ¿qué episodios curiosos os han reservado vuestras parejas? ¿Alguna vez os han envasado al vacío a vuestros retoños? ¿Lo habéis hecho vosotros?