Amenaza de aborto

Creo que estas tres palabras son unas de las que más miedo dan a una embarazada. Las hay más terroríficas, por supuesto. En mi primer embarazo no tuve ninguna amenaza. Tuve un aborto sin más y con esas palabras ya no es miedo si no desilusión, extrañeza, ira, rabia.... Cuando tienes un aborto ya no hay nada que puedas hacer para evitarlo. 

Puede que sea por eso que este otro diagnóstico se me esté haciendo más difícil todavía si cabe: porque, aunque sea poco, parece que estuviera en mi mano hacer algo para evitar perder a nuestro hijo pero empecemos por el principio. 

El jueves me hicieron la ecografía y por la tarde empecé a manchar. No quise darle importancia porque pensé que sería un vasito roto y además no era demasiado realmente. Todo ello sumado a que mi novio opina que estoy obsesionada con el embarazo y que él no veía sangre por ninguna parte me hicieron dudar. El viernes, más de lo mismo pero ya por la noche empezó a ser más abundante así que cogí a Middleman y le dije: me llevas a urgencias ya. 

Allí me atendieron enseguida, me hicieron un tacto, me miraron el cuello del útero y me hicieron otra eco con un ecógrafo del pleistoceno. Madre mía. Al principio enfermera y ginecóloga estaban tan calladas escudriñando el ecógrafo que me temí lo peor. Cuando me enseñaron la pantalla ya me di cuenta de que las pobres trataban de enfocar poniendo caras raras de concentración absoluta porque todo se intuía. 

Me fui a casa con el diagnóstico de amenaza de aborto, la obligación de hacer vida tranquila y reposada y unos óvulos de progesterona, a razón de 1 cada 24 horas. Y la orden de volver al hospital si el sangrado se volvía rojo y/o si me empezaba a doler el abdomen tipo cólico. Nada de eso ha pasado de momento.

No he llorado porque no puedo y mira que lo estoy intentando porque creo que me vendría bien. Ya os dije que me había puesto una especie de coraza pero la verdad es que con esto es más que evidente. Si que vomité a lo grande al volver a casa. Un pedazo de vómito en proyectil en el cuarto y otro en el lavabo antes de llegar al water (que teniendo en cuenta que vivo en una pocket casa hobbita es decir que no hubo forma humana de controlarlo). Allí que se fue la cena. 

Llevo el fin de semana relativamente encerrada en casa, cual Rapunzel. El sábado salimos a dar una vuelta con la perra, con el frescor matutino que inunda Madrid, hasta nuestro bar de churros donde me zampé una porra obscena (en serio, semejante tamaño merece semejante calificativo) que no es que me sentara demasiado bien pero que no vomité. Hoy he sacado yo a la chucha sola porque mi mozo tuvo que dormir fuera de casa. Si ayer expulsaba una especie de posos de café hoy, de momento, no estoy echando nada. 

Lo que si tengo desde esta mañana son palpitaciones que supongo que será efecto de la progesterona y bastantes náuseas aunque lo que más me preocupa son las palpitaciones, las náuseas son soportables. 

Y vosotras, ¿os han mandado progesterona? ¿Por qué razón? ¿Tuvisteis palpitaciones también?