Dudas que asaltan a una embarazada primeriza: el cochecito

Últimamente estoy al 100% de ánimo. No solo estoy embarazada si no que ya me lo creo. Ya me estoy imaginando el futuro con el bebé en brazos y el miedo a perderlo, aunque sigue ahí y creo que no se terminará de pasar hasta que esté físicamente en este plano de la existencia, se va diluyendo en la ilusión de ir preparandole un buen recibimiento en casa. 

Sin embargo, la Hobbita es una persona eminentemente práctica, ello significa que soy perfectamente consciente de las limitaciones de nuestro entorno familiar y físico. Pero vayamos por partes. 

Para empezar y, como ya sabéis, la situación laboral de la Hobbita hacendosa es complicada. Para el que no lo conozca se resume en que tengo dos sentencias que reconocen mi despido como nulo pero aquí estoy, en mi casa, compuesta, sin trabajo y sin cobrar. Y para más inri preñada, ergo el trabajo que tenía apalabrado para octubre para una sustitución por maternidad, me parece que se ha perdido. Así que nuestra situación económica en casa es normalita. Mes a mes, en esta casa entran el sueldo de mi mozo y los ingresos de mis inversiones (pocos y variables, ains, yo tenía que haber nacido rica para poder invertir de verdad, jaja). No nos va nada mal pero somos conscientes de que no podemos lanzarnos a comprar a lo loco. 

Además se une el problema del espacio físico: vivimos en un tercero sin ascensor al que se accede por una escalera angosta. Tan angosta que no cabe el carro de subir escaleras del mercadona (con eso os lo digo todo). Una vez en casa, el piso está muy apañado. Es cuadrado, sin apenas pasillo, con tres habitaciones y un baño pero no deja de tener 50 metros cuadrados y eso supone que cada mueble tiene que ser estudiado minuciosamente antes de entrar por la puerta de mi casa. 

Así que, embarazados de 15 semanas como estamos, llevamos unos días discutiendo el tema del carrito. Al final decidimos irnos de tiendas a probar carros, manejarlos, plegarlos y ver como me apaño. La conclusión ha sido que, al menos con los que he manejado, no me veo capaz de subir y bajar los tres pisos hasta mi casa con un churumbel en brazos. Hemos pensado varias alternativas desde tener carro desde el principio a no tenerlo, todas con sus pros y contras que paso a enumerar a continuación:

PROS DEL CARRITO.

1. Manejo: te deja las manos relativamente libres y descansas la espalda.

2. Almacenaje: a la calle no solo llevas al churumbel. También llevas los pañales, el body de recambio, si compras algo tienes un lugar donde dejarlo...

3. Cómodo: Puedes depositar al bebé si te vas a comer con amigas, con la familia o con tu santa madre.

CONTRAS.

1. Precio: son caros no, lo siguiente. Además en una escala tan variable que la verdad, no entiendo tales diferencias. ¡He visto carros más caros que mi moto! Y una vez trasteados no se diferencian tanto de un carro de 300€, ni en ligereza, ni en facilidad de plegado (visualmente son muy atractivos, eso si).

2. Peso: los carritos concebidos para llevar al bebé desde el principio pesan demasiado para mi. Hay que tener en cuenta que tengo una lesión en la mano derecha que me permite hacer pinza con ella pero no ejercer fuerza. Me las ingenio para levantar pesos leves pero con el carrito no podía. Lo intenté con muchos y solo para moverlos unos metros a través de un pasillo. La conclusión es que me veo INCAPAZ de subir y bajar tres pisos acarreando semejante trasto. Solo por eso creo que el carrito se va a quedar en el limbo de los deseos, al menos al principio. En cambio si que he sido capaz de mover bien ciertas sillas de paseo de esas que se pueden utilizar a partir de los 6 meses. 

3. Tamaño: el carrito más pequeño que hemos visto es un armatoste que nos ocuparía medio salón. Los que se pueden usar desde el nacimiento suelen plegarse tipo libro y costaría girarlos por la escalera. En cambio, las sillas de paseo ligeras que he trasteado se plegaban todas como un paraguas, ocupaban muy poquito y eran muy manejables incluso para una Hobbita torpe y sin fuerzas. 

CONCLUSIONES 

Todas estas conclusiones se basan en nuestras circunstancias y por supuesto cambiarían si vivieramos en otras circunstancias (piso más grande, ascensor...). Seguimos dándole vueltas al asunto porque no nos termina de convencer ninguna solución pero van surgiendo ideas tanto nuestras como de nuestro entorno cercano que tratan de ayudarnos. Nuestras posibles soluciones a día de hoy pasan por:

1. No comprar carrito: utilizar mochila portabebés ergonómica y fulares desde el nacimiento para transportar a la habichuela. Una vez alcanzados los seis meses, si lo vemos necesario, pasarlo a una silla de paseo ligera y que me sea más manejable. Esperar a comprar esa silla a que llegue ese momento.

2. Comprar el carrito y solo salir a pasear con él cuando mi mozo esté en casa y se lo pueda bajar él cual mozo sherpa. Cuando él no esté, tirar de mochila. 

3. Comprar el carrito, dejarlo plegado en el coche, bajar con mochila o con el bebote en brazos, ir al coche, desplegar el carro y depositar a la habichuela en él. Es una solución pero a la larga me parece que me iría a pasear con la mochila (que soy yo muy cómoda).

Queda descartado dejar en carro en lo más bajo de la escalera porque taparía el acceso a los contadores de la luz y el armario de la empresa de limpieza (he comentado ya que es angosta, ¿verdad?).

¿Qué carro comprasteis vosotros? ¿Qué ventajas os aportó? No os cortéis y contadme también los inconvenientes (sobretodo los inconvenientes es lo que más le interesa a esta Hobbita para saber si son o no sorteables). ¿Cómo veis nuestras posibles soluciones? ¿Prácticas o hacen lagunas por todas partes? ¿Es el carrito 100% necesario o se puede esperar a la silla de paseo?