La conciliación del Mozo

Esta semana han pasado muchísimas cosas. Para empezar, hemos mudado el hogar hobbito a un nuevo lugar pasando de Hobbiton a Mordor como quien no quiere la cosa. El cambio no está nada mal: ahora nos podemos mover por la casa sin chocarnos con cosas y hasta le he podido montar un tatami a Habi. Vamos, que no me quejo.

Sin embargo, ha pasado otra cosa importante. Han despedido al Mozo. 

No es grave, tranquilo todo el mundo. En su empresa han decidido que hay que ajustarse el cinturón e iban a despedir a otro chaval de su departamento. El problema es que este chico tiene una hija pequeña de 3 meses, una mujer que no trabaja (hasta ahí como nosotros) y se acaba de meter en un zipotecón de esos que da gloria verlos de lo hermosos que se ponen (nosotros no tenemos deudas a día de hoy). Y encima no tiene derecho a paro. Con un par. 

Por el otro lado, el Mozo estaba empezando a enfermarse en ese lugar (psicológicamente hablando). No estaba trabajando con la tecnología que le habían vendido, no estaba aprendiendo nada nuevo y encima, estaba hasta arriba de ansiedad. Y el Mozo se enfrenta a la ansiedad comiendo. Imaginad como se me estaba poniendo, el animalillo.

Así que el Mozo habló conmigo, hicimos números y decidimos hacer algo que rompe un poco con lo que se estila en este país, que nos tienen asustaditos con el tema del trabajo: el Mozo se inmoló. Habló con su jefe y le dijo que no despidiera a J., que en sus circunstancias era una putada. Que se lo hiciera a él. Y en eso quedó la cosa. 

Total, que el viernes, el día de la mudanza, le despidieron y se vino a casa con un jugoso finiquito, paro y muchos planes. 

Y menos mal, porque la mudanza está demostrando ser una bestialidad en todos los sentidos. Los tres pisos de Hobbiton se notan. Se notan mucho. Y encima Habi no nos deja hacer demasiado. Cuando mis suegros vienen a 'ayudarnos' al final nos complican la existencia (una y no más santo Tomás) y el tiempo pasa. Mordor está muy sucia y va a costar la vida sacarle toda la mierda que lleva dentro. y luego colocar, reubicar muebles que no nos gustan pero que tenemos que aprovechar y entrar en nuestro modo low cost.

¿Y todo esto para qué? Os preguntaréis. Pues porque estos meses de Habi están siendo muy divertidos. Una etapa estupenda. Y el Mozo no quiere perdérsela. Así que hemos decidido que viviremos con menos dinero pero los tres juntos al menos una pequeña temporadita. No será muy larga pero nuestros dos meses de vacaciones nos los hemos ganado. Luego otros dos meses para reciclarse y empezar a buscar trabajo y ya, lo que se tarde. Así que Habi va a tener a su Papá al menos cuatro meses más a tiempo casi completo.

Llevamos una semana y se nota el cambio. Habi le reconoce, le busca, le hace monerías y se carcajea en su compañía. Yo estoy más relajada, puedo volver a escribir al ritmo de antes, descanso la espalda y la mente más a menudo y estoy mejor en todos los sentidos (que antes no estaba mal pero oye, todo puede mejorar).

Así que si os veis en algún momento en esta tesitura, no os preocupéis. Hay que verle el lado positivo a cada circunstancia, que siempre está ahí y exprimirle a la vida todo el provecho que podamos. Que en unos meses supongo que volveremos a estar igual, pero de momento Habi va a tener a su Papá todo para ella.

Ojala no tuviera que ser así y que el Estado protegiera de otra manera la paternidad pero, dadas las circunstancias, ya nos buscamos la vida nosotros y preferimos invertir nuestro dinero en tiempo para la niña.

Y vosotros, ¿alguna vez os habéis visto en esta situación? ¿Os planteasteis que el Papá se acogiese a algún tipo de 'excedencia'?