Cosas de Habichuelas: gimnasia nocturna

Mi pequeña Habi es la monda. Desde hace unos días es capaz de sostenerse sobre las rodillas sin que se le caiga la cabeza acompañando la postura de un gracioso movimiento de mono. Ha pasado de ser nuestro pequeño koala a nuestro pequeño babuíno. 

La verdad es que lo del movimiento libre es genial. Empezamos con el parque de juegos en la pocket casa hobbita y al principio no aguantaba apenas un momento. Enseguida se ponía a llorar y yo corría a rescatarla. Poco a poco le fue gustando más el momento de quedar libre por el suelo y empezó a moverse por la cama (para terror mío) así que le fuimos montando tatamis con colchonetas del IKEA a nivel del suelo. Era bastante rollo tener que estar montando y desmontando pero bueno, era divertido verla por el suelo aprendiendo a hacer la croqueta.

Pues desde que nos hemos mudado a Mordor, el avance ha sido increíble. El tatami está prácticamente puesto todo el día y además, hemos montado una cama gigante de casi dos metros uniendo dos camas que había por aquí. Supongo que ha coincidido en el tiempo por su edad pero el progreso es evidente. 

Habi ya croquetea perfectamente hacia ambos lados y se 'desplaza' erráticamente haciendo movimientos como de nadadora de braza (ains, tiene mis genes, mi pollito ^_^). Si algún juguete (o trapo, o pata de silla, o Perrucha Chucha que pasaba por ahí) le llama la atención, se lanza a por él con alegría y haciendo sonidos de orangután. Es un poco primitiva ella: '¡Uh! ¡Uh! ¡Uh!'.

Y hace una semana, empezó a levantar el culo y a tratar de adoptar la postura del gateo. Empezó en la cama y tendríais que haberla visto. ¡Qué orgullosa estaba! ¡Como nos miraba cada vez que conseguía ponerse a cuatro patas! Y el Mozo y yo, babeando, por supuesto. 

Desde hace unos días esto se ha convertido en una de esas rutinas bebotiles que nuestros peques acaban adoptando. Nosotros teníamos una rutina muy buena por la noche que consistía en irnos a la cama, darle la teta y que, poco a poco, se fuera quedando dormidita. Esta rutina ha sido modificada por la gimnasia nocturna: una rutina que se extiende desde las 00h a la 1 am, hora zulú. >_<. Una hora de ejercicio monil, de rodar por la cama cual croqueta, reptar, nadar, hacer la tortuga, el japonés, ponerse a cuatro patas y entre ejercicio y ejercicio, tratar de tomar un buchito de teta en las posturas más imposibles.

Y lo peor es que nos encanta. Ya sabemos que a cierta hora, hay que ir a la cama a cansar a esta Habichuela nuestra después de pasarnos todo el día cansándola. La paliza nocturna suele acabar igual que empezó. A golpe de teta y parece que la enana tuviera un botón OFF integrado de serie. Cae de repente, floja, generalmente en la grieta entre los colchones (menos mal que ya está apañado para que no se caiga porque esta hija mía va a acabar con nosotros a base de sustos) y ahí se queda hasta la mañana siguiente, a la hora a la que empieza su nueva sesión de gimnasia, en esta ocasión vespertina y en ayunas. Toda una deportista tengo de hija, ¡oiga!

Sin embargo, ver estos progresos en mi niña me lleva inevitablemente a pensar y reflexionar sobre como llevaría estos episodios nocturnos si al día siguiente mi despertador sonara a las 6 o 7 am. Y siempre me respondo que lo llevaría mal. Y que esta sociedad sigue sin pensar en las necesidades de niños y padres. Y que no es justo que nos perdamos estos momentos tan graciosos, estos hitos o que el cabreo por otra noche sin dormir nos impida ver lo increíble del momento. No dejo de pensar que, efectivamente, mínimo un año de baja sería lo más humano y que desgraciadamente, a día de hoy, no nos lo permiten. Afortunadamente puedo permitirme estos momentos y disfrutarlos como madre, ahora en compañía del Mozo.

¿Vuestros peques son búhos y también disfrutan de su sesión de gimnasia nocturna? ¿O son más alondras y lo dan todo por las mañanas?