Memorias de una monja (I)

Mi suegra era monja. 

Así como lo oís.

Y su hijo (el Mozo) no solo no lo sabía si no que se tuvo que enterar de la mejor de las maneras posibles: viendo un álbum de fotos. La historia transcurrió de la siguiente manera.

Hace ya unos 4 años, el Mozo me conoció. Y tras unos meses de noviazgo exprés decidió que había llegado el momento de presentarme en sociedad. Y era un gran acontecimiento, ¡ojo-cuidao! ¡Que en esa casa jamás se conoció Moza ajena!

Así que allí llegué yo, dispuesta a conocer suegros y cuñado. Y allí estaban los tres, como tres niños curiosos, dando saltitos nerviosos y sin saber muy bien qué se esperaba de ellos y de qué manera comportarse. Animalillos. Mi suegra decidió hacer lo que había oído que se hacía por la tele... en los monólogos del club de la comedia:

- ¡Ven! ¡Que te voy a enseñar fotos del Mozo desnudito!

Vale. Total, es mejor conocer a la gente desenvuelta xD.

Así que corrió por la casa y me trajo un enorme álbum de fotos que empezó a explicarme:

- Y este es Z. de bebé. Y este es el Mozo de bebé. Y aquí están los dos desnuditos. Y esta es de cuando era monja...

- ¡Ché, ché ché ché ché! ¡Quieta pará que aquí hay chicha! - dije yo- ¿Cómo que monja?

- Si hija, yo. De cuando era monja. Aquí estoy. Esta del medio soy yo y estos son mis niños.

Hobbita alucinando en 3, 2, 1.... Hobbita mira al Mozo. El Mozo le dice a su madre:

- Pero mamá, tú no eras monja. Tú estudiaste con las monjas.

- ¡Claro que era monja! Nueve años estuve ordenada y con los niños y luego ya me vine a Madrid. Que por cierto, ¡qué buen paño tiene esa chaqueta! ¡Es tela buena!

A todo esto, el cuñado tampoco parecía tener ninguna noticia acerca del pasado religioso de su madre así que por primera vez estaban los dos sentados con la boca abierta mirando a su madre. 

La historia quedó ahí porque ellos lo que querían era saber cosas de mi pero esa cotilla que todos llevamos dentro me ha hecho ir cual detective atando cabos sueltos para contaros la historia con pelos y señales. Porque esta es una historia que merece ser contada. Tiene todo lo que una buena novela necesita: personajes elaborados, quiebros en la historia, ambientada en la posguerra española... Hay que ir con la mente abierta, todo sea dicho, pero a mi me ha ayudado a conocer y a entender a mi suegra mucho más. No se si el Mozo ha conseguido entender a sus padres pero desde luego ha descubierto cosas de su pasado que no conocía. Que digo yo: ¿tienes una madre ex-monja y no lo sabías? Poco has hablado con tus padres a lo largo de tu vida, ¡leches!

Yo creo que es muy importante saber de donde venimos y conocer un poco la historia que hay detrás de cada persona. De esa manera es más sencilla la relación al entender que hay detrás de sus comportamientos. Y no solo eso. Creo que es importante conocer nuestros orígenes, de donde venimos y no perder el rumbo. Por ejemplo, mi padre hubo un momento que olvidó que era el hijo de un pobre planchador de medias. Yo no he olvidado que soy su nieta y he aprendido un montón de mi Yayo.

Así que voy a dejar por escrito para Habi como era su Abuela paterna. Al fin y al cabo son sus orígenes. 

Y vosotros, ¿de dónde venís? ¿Y vuestras parejas? ¿Os gusta conocer vuestros orígenes o preferís taparlos?