De piscinas va la cosa

Nosotros no tenemos piscina. 

Es una maldición que nos acompaña allá donde vayamos. A los dos. 

Y nos encanta estar en remojo.

Yo soy acuática por naturaleza. Mi madre le tiene tanto miedo al agua que, pensando que me podría ahogar y ella no podría hacer nada, me apuntó a matronatación allá por los años 80, cuando esas cosas no se estilaban. Y la realidad es que en el agua me relajo. Amo nadar, flotar, voltearme, la sensación de no pesar nada... Pero nunca en la vida pude tener piscina.

El destino (y la burbuja inmobiliaria de este país) han hecho que, a día de hoy, tengamos prácticamente a todos los amigos con piscina. Ya sabéis: que si apúntate a una cooperativa, que si compra sobre plano que es más barato, que si cuanto antes empieces a pagarlo, antes lo terminarás....

El caso es que los pisos se han ido construyendo y todos, absolutamente todos, traen piscina de serie. Así que nosotros estamos megacontentos y más ahora, con la peque.

A lo que iba, que esto pretende ser un post de reflexión.
Fuimos a la casa de los Papis Recientes a celebrar el primer cumpleaños de su bebé. La celebración era en la sala social de la urbanización (porque si, la burbuja inmobiliaria no solo ha traído a este país las piscinas, también las salas sociales O_O). Y de paso, que lleváramos bañador por si nos bañábamos.

La urbanización tiene una piscina profunda, para adultos, con su valla y su socorrista. Aquí se dio el primer punto reflexivo y es que yo, cada vez que entraba en la piscina, cerraba la puerta de la valla, eternamente abierta. Hasta que una mujer de la urbanización me 'llamó la atención' (realmente no me la llamó si no que me hizo un comentario en voz alta mientras traspasaba la puerta):

- Yo no se por qué se empeñan en cerrar siempre esta puerta, en serio.

- Porque todos esos niños de menos de 5 años que están corriendo por los soportales, se podrían caer dentro y ahogarse - le respondí yo.

Y entonces me di cuenta de que la mujer se quedaba pensando. Mirando la puerta, la valla y los niños. Y rápidamente cerró la puerta detrás de ella. Me parece increíble que la mujer no supiera para qué servía la valla de la piscina pero esa era la realidad. Afortunadamente, mi comentario medró en su cabeza y estoy segura de que a partir de ahora será una de esas señoras que se empeñan en estar todo el día cerrando la puerta.

Dicho esto, los padres de la urbanización han comprado entre todos una piscina desmontable más pequeña para meter a los bebés. Y la han montado FUERA de la valla y lejos del socorrista. Nosotros nos metimos con Habi los dos y sentados nos llega el agua por la cintura. Papi Reciente llegó con su bebé y dijo que se metía con nosotros. Se dio la vuelta para dejar las gafas y el móvil y la niña anduvo hasta el borde de la piscina, se inclinó y... volcó dentro.

Fueron tres segundos los que tardamos en llegar hasta ella el Papi Reciente y yo. Tres segundos eternos, a cámara lenta, con la niña sumergida, a la distancia de un brazo de los adultos. ¡Pero que tres segundos tan angustiosos!

Y eso me hace plantearme el peligro que tiene ahí esa piscina, en una urbanización joven, plagada de bebés y niños muy pequeñitos. Obviamente con un bebé no te va a pasar porque lo metes contigo pero la hija de los Papis Recientes ya tiene 1 año y anda tambaleante. Y como ella decenas en esa urbanización. Y también veo padres detrás de sus bebés tambaleantes que tienen que dejar un poco más a su aire a sus hijos 'mayores' de alrededor de 3 o 4 años. Y el socorrista está por detrás de la valla, en la piscina grande, sin visión de la piscina pequeña (que cabría perfectamente dentro del recinto piscinero, no entiendo por qué la han colocado fuera)

Espero que nunca haya un accidente pero visto lo visto, se está rifando uno,

¿Qué opináis vosotros de las piscinas y los niños pequeños? ¿Habéis vivido algún susto?