Cuando las tareas son un problema (III)

Hace unas semanas publiqué en la página de facebook del blog la traducción de un comic con el que me topé por casualidad en un grupo de crianza de la red social. 

Por si queréis verlo (cielos, no dejéis de verlo) os dejo el link al comic original, en francés, aquí. Y la traducción al español aquí.

A modo de resumen os diré que son una serie de viñetas con situaciones cotidianas en las que nos vamos encontrando día si, día también las mujeres. Nada traumático, simples estadísticas. 

El caso es que, según iba leyendo, iba sintiendo como se me acababa el aire. Y es que yo, que se supone que tengo mucha suerte por estar con el Mozo con el que estoy (oye, que mis Melenas Místicos y mis Profanadores de Tumbas me ha costao encontrarlo, ejem), me veía reflejada en el 98% de las viñetas que leí. Aterrador.

Y eso me ha hecho pensar. Y rememorar tés con mi Amiga con Conocimientos en un rinconcito de nuestro Rodilla privado (que creemos que está siempre vacío porque no hay cobertura dentro, vaya usted a saber por qué). Conversaciones de whatsapp con una Mami Reciente desbordada a altas horas de la madrugada. Comidas en las que intentamos arreglar el mundo con mi amiga Traumatoloca (he decidido renombrarla porque me he equivocado al escribir y, ¡coño! Le casa fenomenal el nuevo nick xD). Y darme cuenta de que cumplimos con otra de las viñetas del comic, en el que nos quejamos a nuestras amigas como si fuera algo inevitable. 

En mi caso, mi problema con el Mozo es, evidentemente, la casa. Con la niña no hay ningún problema y se implica como el que más. De hecho, mi percepción en lo que viene siendo la crianza es que, efectivamente, estamos al 50% implicados, como un equipo perfectamente engranado que funciona perfectamente y rema en la misma dirección. Aunque yo pase más tiempo en la casa y con la niña, se que Habi está perfectamente atendida por él: que será capaz de cambiarle el pañal (está aprendiendo los nombres de los pañales de tela y todo, el muchacho), de vestirla, entretenerla, darle de comer, buscar alternativas a la comida, pasearla, portearla, jugar, jugar y jugar.... Y eso descarga muchísimo. No como una mujer que conocí en un parque, madre de tres, que además de trabajar y ocuparse de la casa, tenia a los niños por entero para ella. Cuando su marido llegaba del trabajo, me contaba, se quitaba los zapatos, se tiraba en el sofá y no había marido. Ni un solo fin de semana en 10 años que tenía su hijo mayor, había bajado al parque, me decía la mujer, que se veía claramente agotada y resignada.

Sin embargo, cuando pienso en la casa, no veo esa misma implicación. Obvio que no es agradable hacer ciertas cosas cuando estás cansado pero hay que hacerlas y si, cuando se llega a casa, ves que tu señora esposa ha llegado hasta un punto, no estaría de más que se continuara ese punto. La realidad es que esto no se cumple nunca. Que cada X meses tenemos LA conversación de la que salen reproches como "yo no estoy nunca en casa", "yo no mancho" (¡Los cojones!), "ya me hago yo MI colada, no te preocupes" y yo me cabreo y acabo llamándole "vago", "cochinote" y demás lindezas. La conversación suele acabar bien cuando llegamos a un nuevo acuerdo y lo ponemos en práctica. Así durante unas cuantas semanas y, la impronta cerebral de la conversación comienza a diluirse hasta que volvemos a estar igual: la casa recogida por la mañana, con bastante esfuerzo por mi parte, y echa un completo desastre por la noche, en cuanto el Mozo llega a casa. Me remito a las viñetas en las que la protagonista tarda 2h en recoger una mesa.

Volviendo al comic. Esa viñeta en la que hablan de carga mental. Es algo con lo que los veterinarios estamos muy concienciados: esa imposibilidad de desconectar de tu trabajo aun cuando no estás en el trabajo. El problema es que, siendo madre, estoy igual. Desgasta muchísimo, altera los ánimos y, cuando te haces consciente de esa carga, da que pensar. 

Yo no paro de dar vueltas al comic, al tema, a la situación y más desde que soy madre. Porque si yo, para mi desgracia, me veo fielmente reflejada en este comic, se que hay un problema. Un problema que tengo que intentar solventar ya no solo por mi, que también si no para el futuro de mi hija. 

Y es que, lo hablaba con mi Amiga con Conocimientos: los niños no solo aprenden con lo que les decimos si no también con el ejemplo que reciben. Por ejemplo: yo no hacía demasiadas tareas domésticas en mi casa (mal hecho, por cierto) pero, una vez fuera de mi casa, se hacerlas, se organizarme.... Solamente de observar a mi madre. En la casa de mis primos, mi prima P. igual: es perfectamente capaz de hacerlo todo. No ha sido educada diferente a su hermano y me consta que su madre, mi tía, es tan feminista como mi madre. Sin embargo, a mi tía le pasa un poco lo que a mi con el Mozo y eso es lo que han improntado sus hijos: mi primo J. no hace ni el huevo y ahí está su novia pico y pala bregando con él y teniendo LA conversación cada X tiempo (por cierto, la chica es veterinaria, como yo, y mi primo es informático, como el Mozo, casualidades de la vida). Vidas paralelas que estamos sufriendo mi pobre cuñada segunda y yo.

Así que nada. Vuelta a los cuadrantes de tareas, a pedir una y otra vez que se hagan las cosas, a cabrearme y a tener LA conversación las veces que hagan falta pero tengo que conseguir no sentirme identificada con este comic. 

Y hasta que lo consiga, me parece muy importante difundirlo para que llegue a todas las cabecitas que sea posible. 

Y vosotras, ¿os sentís identificadas con el comic? ¿Como os sentís al leerlo? Si sois de las personas que habéis logrado repartir de verdad las tareas domésticas, ¿como lográsteis llegar a ese punto? ¿Costó o salió solo una vez comenzada la convivencia entre los dos?