La semana pasada os contaba que el BLW empezó a hacer mella en nuestras vidas a la semana de empezar con el bendito método. Al igual que nos pasó con el porteo, empezamos a ver que no todo era tan bonito como nos lo pintaban y que había una nueva curva de aprendizaje que sortear. Curva que, de nuevo, implicaba a bebé y a papás.
Después de una semana con el método, el Mozo y yo empezamos a aburrirnos de nuestras comidas. Nosotros somos hobbitos de libro. Amamos el buen yantar y esto de comer todo hervido y por partes nos estaba suponiendo una tortura anímica a nivel de paladar y además una tortura física a la hora de preparar las comidas.
A todo esto le sumaremos algo que yo creo que pasa por el cerebro de todas las madres y algún que otro padre en algún momento del inicio de la AC: ¿y si mi niño no está tomando hierro suficiente?
Y es que la alimentación complementaria hay que entenderla como complementaria a la leche (materna o de fórmula) y no al revés pero claro. Yo, que tenía ese concepto muy claro, también sabía que la leche materna es deficitaria en hierro. Y sinceramente, los alimentos que le estaba ofreciendo a mi hija eran de todo menos ricos en hierro.
En la carrera me enseñaron que el hierro de origen animal era el que mejor se absorbía. El hierro de origen vegetal se absorbe mucho peor aunque mejora si se combina con vitamina C. Bien. Teoría clara. Ahora bien: ¿me pongo a meterle tomate a la niña para combinárselo con brócoli, por ejemplo, que es rico en hierro? Y eso hice. El tomate fue un éxito. El brócoli no tanto. Fue destrozado ipso facto sobre la mesa. La deconstrucción de brócoli fue muy divertida pero acabó con mi paciencia porque además me di cuenta de que, si cocinaba el tomate, perdía la vitamina C (es termolábil) y si no lo cocinaba, de nuevo estaba preparando 3 o hasta 4 platos por comida. Vamos, que lo de la comodidad del BLW seguía brillando por su ausencia.
Todo esto se juntó con mi lesión en la mano y que cocinar era un auténtico suplicio. Yo amo cocinar, si, pero no podía hacer nada con un cuchillo. ¿Pedirle al Mozo que cocinara? Si, se podía. A el también le gusta, pero van a pasar una serie de cosas:
1. Comerás a las 12 de la noche como pronto.
2. Ahórrate las normas del BLW. Lo mezclará todo y le pondrá bien de avecrem, especias, grasucias y huevo (y el huevo es el MAL).
Así que teníamos una Hobbita harta de comer tarde, mal y nunca. Con la mango chunga e inmovilizada. Que cuando llegaba la comida la niña ya estaba o pasada de vueltas (no se le da la comida porque se puede atragantar con el berrinche) o directamente dormida y además, no había forma de explicarle que necesitaba unas hamburguesitas de pollo según receta de happy recipes.
El BLW me estaba fallando. Y ya harta, cogí
mi thermomix una mañana y preparé un litro de crema de verduras con pollo. Un puré de pollo de toda la vida, vaya.
Y se lo ofrecí a mi niña y se comió 4 o 5 cucharadas (no más, tampoco vayáis a creer que se pimpló los 100 ml. de potito).
Y toda la crema que sobró la congelé en tarritos individuales y a partir de ese momento mi vida se simplificó. Si. Se simplificó al tener purés preparados y a mano:
1. Podía darle de comer a mi niña y yo prepararme un
pollo tikka masala si me salía del higo.
2. Podía darle de comer a mi niña mientras el Mozo preparaba una rica ensalada o unas fajitas que degustaríamos a la 1 de la mañana.
3. Mi niña comía pollo o pescado con la tranquilidad que eso me daba para esquivar la sombra de la anemia.
Así que empezamos con el BLW mixto. Un poco de puré y algún que otro trozo si lo que teníamos era apto. Las cantidades me siguen dando bastante igual. Si solo comía 3 o 4 cucharadas, pues tres o cuatro cucharadas. Y además, la peque empezó a coger la cuchara que le ofrecíamos y a metérsela en la en la boca. Bueno, lo de metersela es un decir. Puré por el pelo, en las manos, por la nariz, en los ojos.... En esto de la cerdez el tema de los purés NO nos ayudó para nada si no que fue más bien al revés. El BLW al lado del puré es mega limpio pero claro, es que nosotros no somos ortodoxos ni siquiera en la administración de un triste puré.
¿Como fue el primer puré que le disteis a vuestros hijos? ¿Les gustó?