Las fiestas navideñas

La Navidad es una época con la que la gente no tiene término medio. O te entusiasma o la odias profundamente. Lo bueno que tiene una Hobbita como yo de haber crecido en una familia como la mía es que pertenezco a esa extraña raza en peligro de extinción a la que las navidades ni fu ni fa. Sinceramente. 

En mi casa nunca se tuvo tradición navideña como tal. Cuando yo era pequeña si que poníamos el árbol y era un momento divertido. Un juego más. Y también teníamos un pequeño Belén que colocaba con mi madre. Un portal de madera,  con su Virgen, su San José, su Buey, su Mula, su Niño Jesús y su Ángel. Y Espinete. Y un Pin y Pon. Y un Playmobil. Y un par de ponies que pasaban por ahí. Otro juguete, vaya. De hecho, tengo un recuerdo infantil muy nítido con el Belén: poner algodón en la cuna del Niño antes de colocar al Niño. Cuando llegó mi gato a nuestras vidas descubrimos que ni árbol ni Belén eran buena idea y que, sinceramente, a mi me molaba más el gato así que los adornos navideños simplemente pasaron a mejor vida.

La Navidad era época de vacaciones y de regalos. El 25 molaba porque íbamos a casa de mis Yayos y veía a mis primos y jugábamos mucho. No era una comida opípara. Era una comida normal, como cuando íbamos a esa casa de cumpleaños o de visita mensual. 

El día 1 íbamos a casa de mis tíos V&V. Mi tío estaba en silla de ruedas en otro tercero sin ascensor así que nunca había peleas: la comida del día 1 y el roscón del día 6 se celebraban allí porque era ridículo empeñarse en bajar a V con su silla tres pisos para luego subirlo hasta el tercero sin ascensor en el que vivían mis Abuelos (si, en mi familia parece ser que tenemos algo genético con los terceros sin ascensor. Acabamos viviendo todos en pisos así). A mi me gustaba porque veía a mi prima y a mi tío y me lo pasaba bomba. Aquí si que había comida navideña y, cuando falleció mi tío, como yo ya era más mayor, me di cuenta de como la tensión se cortaba con un cuchillo. Como con esa parte de la familia no hay demasiado trato acudía por compromiso esos días y me fui librando de ir algunas veces. Mis años en Galicia fueron maravillosos en ese aspecto porque no había que dar explicaciones. Al final directamente he dejado de ir porque, sinceramente, no me viene bien. Mentalmente hablando :p. 

Sin embargo ahora hay un Mozo en mi vida con una familia que si es tradicional navideñamente hablando (en lo que viene siendo la reunión familiar). Así que celebramos con ellos la Nochebuena y la Nochevieja y el día 6 de roscón. Y mi madre se ha juntado con un Novio que también es navideño y que nos reúne a todos el día 25 a catar sus especialidades (este año tocó pollo en pepitoria y aún salivo recordándolo ^_^).

La realidad es que he redescubierto la Navidad a través de los ojos de los niños. El novio de mi madre tiene dos hijos que juntan entre los dos un total de 5 nietos. Aunque no son hermanos de sangre ni los siento así, esos niños que conozco desde bebés si que son mis sobrinos. Y me encanta ver la Navidad a través de sus ojos. Su emoción para decorar el árbol de la casa de mi madre en los días previos (el árbol lo montan ellos y obviamente no es un árbol muy Pinterest, pero es el árbol más genial del barrio :p), la alegría al ver los regalos debajo el día de Navidad, su infinita paciencia por no abrirlos hasta que lleguen los demás primos.... El alboroto que se monta en el momento de abrir los paquetes. Que no se yo quien lo disfruta más: los niños abriéndolos o los padres grabándolos. Yo levanto la mirada y veo al Mozo con una sonrisota bobalicona viendo la escena y partiéndose de risa con las ocurrencias de los peques.... Y luego tarde de juegos y más juegos entre ellos, con mi madre (su abuela), con nosotros.... Y cantar villancicos. Muchos villancicos (que a uno de mis sobrinos le encantan los villancicos y ahí estamos todos los adultos, dándolo todo con él, aporreando mesas y panderetas como si no hubiera un mañana). 

¿Y que pasa en las cenas de Nochebuena y Nochevieja? Pues que, sinceramente, hacen falta niños. 

La familia de mi Mozo se ha convertido en una familia de abuelos sin nietos, hijos treintañeros con los que no tienen nada que decir y una nuera que soy yo y que es como la novedad. El primo mayor del Mozo también tiene novia pero no se la trae a estos eventos, snif, snif (¡¡¡Quiero una cuñada!!!). Los hermanos pequeños (mi cuñado y el primo del Mozo) no tienen novia, ni novio ni perspectiva de tenerlos a este paso. Y yo me acabo agobiando y aburriendo cual ostra a partes iguales. Afortunadamente este 2016 le ponemos solución con una estupenda Habichuela que hará las delicias de los padres y los tíos del Mozo. Y a nosotros nos dejarán en paz, jeje. A lo tonto, mi Habichuela también va a tener un montón de abuelos que le cuenten batallitas y se peleen por su atención :p. 

Y es que la Nochebuena consistió en cenar alrededor de una mesa diciendo banalidades, sentarme en el sofá con mi cuñado, luchar con mi suegra para que me dejara tranquila (estaba empeñada en arroparme con muchas mantas porque decía que tenía frío) y hablar de la barriga con mi cuñado. Esa parte tengo que reconocer que fue muy bonita. Le vi muy contento e ilusionado con la futura sobrina y la peque le obsequió con una exhibición de patadas más ración de alien en doble tirabuzón y medio. Teníais que ver la cara de mi cuñado al ver la barriga moverse así, señalando con el dedo como si fuera un crío xD. 

Y la Nochevieja, más de lo mismo, en casa de los tíos del Mozo pero más mortal porque uno de los primos (el primo que tiene mundo y Moza y es capaz de hablar de cosas de adultos) no vino. Se escaqueó sibilinamente igual que yo me escaqueo de las reuniones de mi Abuela (ya os he dicho que el karma te la suele devolver :p). Así que la velada consistió en hablar de la última de Star Wars que, sabiamente, habíamos ido a ver el día 30. Tooooooda la cena hablando de Star Wars. Toda. Y mi suegra empeñada en si tengo frío o si el perro se me sube (pobre perro, es un ancianito canijo, sordo, ciego y adorable que ni queriendo me haría nada). Lo bueno es que, como conducía yo y tenía un sueño mortal nos fuimos después de las uvas y no hubo que quedarse a ver la tele como otros años. Y eso que mi suegra intentó que nos quedáramos a dormir en una cama de 90 (como el año pasado y el anterior) pero esta vez no coló. Mi Mozo señaló a la Habichuela (vamos, a mi barrigota) y le dijo:

- A ver Mamá. ¿No te das cuenta de que no cabemos?

Conclusión: que a mi la Navidad me gusta con niños y estoy deseando vivir la parte coñazo el año que viene a ver si mi teoría tiene fundamento y si son los niños los que le dan magia a la Navidad o si, el que es muermo es muermo haya o no niños delante. A ver que nos depara el roscón de mañana. Intuyo que nata, azúcar y un rato de ver mi barriga moverse :p. Que si lo piensas detenidamente, en el fondo no es mal plan ^_^.

¿Cómo han sido vuestras fiestas navideñas? ¿Os lo habéis pasado bien? ¿Lo han disfrutado vuestros peques?