Dos años buscándote

Recientemente he leído a unas cuantas madres de la blogosfera que están compartiendo sus deseos de ser madres de nuevo. Algunas ya lo han conseguido y otras no. Teniendo en cuenta que me muevo en blogs maternales de todo tipo pero también de la esfera de la #infertilpandy entiendo las diferentes visiones que unas y otras tienen al respecto. 

En mi caso, NO soy infértil. De hecho, mi ginecólogo siempre ha calificado mi aparato reproductor como 'de libro' (piropazo donde los haya a los 25 años de edad, que fue cuando le conocí O_O) aunque mi anterior ginecólogo también alababa la perfección de mis ovarios y mi útero cada vez que me hacía una ecografía. 

De todas formas, a mi el instinto maternal me vino relativamente tarde. De hecho, no solo no he querido hijos hasta prácticamente los 28, es que estaba segurísima de no quererlos. Y un buen día, el instinto se despertó. 

Tampoco me preocupaba demasiado: yo era joven, no había encontrado a la pareja adecuada y además, ¡ey! ¡Tenía un reproductor de libro! ¿Qué podía salir mal?

Pues en mi caso, todo. 

Creo que por eso soy capaz de ponerme en la piel de las personas que viven la verdadera infertilidad y me da rabia que les haya tocado. Porque en mi caso, mis problemas entran dentro de lo que el azar nos reserva a cada uno pero cuando eres infértil el azar no tiene nada que ver: hay un problema real. Y es una putada.

Yo he vivido en mis carnes lo que es ponerse a buscar un bebé y que no llegue. Y empezar a tantear al entorno ("Vosotros, ¿Cuánto tardasteis?"). En nuestro caso, empezamos a buscar bebé en febrero de hace dos años, en un viaje a Edimburgo. ¡Qué nervios cuando el Mozo me dijo, en pleno momento de pasión que, ya que estaba hablado que queríamos hijos, porqué no pasábamos de condón! ¡Qué miedo pasé y a la vez que excitante fue el momento! ¿Recordáis vuestra primera vez sin poner medios? ¡Qué inocencia!

Pasamos el resto del viaje fantaseando con que el mes que viene tendríamos encargado un recio pelirrojo escocés. Y sin embargo, me vino la regla. Y así mes tras mes.

En el grupo de amigos otras tres chicas empezaron a buscar. Una de ellas tiene SOP y en octubre se nos andaba quejando de dolor de ovarios, sensaciones raras... Ya le dije, muy sabia yo, que el problema de los síntomas de embarazo era que solían ser exactamente iguales que los premenstruales y que nos e hiciera ilusiones. Pues... ¡zasca! En noviembre tenía su positivo, exactamente un mes después de empezar la búsqueda y tras escasos 2 contactos sexuales con su marido (que tuvo que estar fuera de España justo ese mes). Yo ahora la quiero mucho pero en aquel momento confieso que tuve que hacer grandes esfuerzos para recomponerme xD. Si. Yo también sucumbí a esa envidia insana que invade a las que no sabemos muy bien que pasa. 

Lo bueno es que en diciembre, lo conseguí. El positivo. Las dos rayitas ^_^. He vivido en mis carnes la ilusión que da un test de embarazo positivo. He despertado a un Mozo somnoliento post-fiesta navideña de empresa para enseñarle un palito meado y le he visto sonreir entre sueños ante tamaña visión (luego volvió a caer cual ceporro). Hicimos planes, pensamos nombres, empezamos a dirigirnos a él. Es la inocencia del embarazo conseguido (por fin) de forma natural.

Fui a mi primera ecografía en la que todo estaba normal, un embrión que latía y tenía el tamaño esperado pero en la revisión de consulta olvidé llevar el informe y esa casualidad hizo que me la repitieran 'en un momento' para apuntar bien las medidas. Y lo que vio el médico no le gustó. El embrión no había crecido nada pero latía. De una forma bastante chunga e irregular, todo hay que decirlo, pero latía.

Así que me tocó vivir la angustia de saber que vas a perder a tu hijo pero no estar segura del todo. 

Tres semanas de ecografías seriadas en las que todo estaba como detenido. Todo mi mundo. El de los demás seguía girando. Un desgaste que no deseo a nadie. Creo que de todos los abortos que puedes tener, el que yo llamo "aborto a fuego lento" es de los peores. Emocionalmente te agarras a un clavo ardiendo. Te paseas por foros y más foros leyendo historias y pensando que a lo mejor el tuyo es ese 1% que acaba bien. Pero en mi caso la estadística siempre cae por el lado de la mantequilla y en esta ocasión no fue diferente. Perdí mi bebé, me tocó comerme un legrado sola y a día de hoy sigo habiéndolo perdido yo sola. Y es que el Mozo con esto es categórico, por mucho que a mi me duela. Según él, como nunca tuvimos nada, no hemos perdido nada. Fue un aborto diferido, con mi cuerpo sin enterarse de nada, aún embarazado y con todos los síntomas pero con el embrión muerto. Sin sangrado, ni contracciones ni dolor alguno salvo el del alma.

Y esta es otra de las cosas a las que se enfrenta una madre infértil (o una que, como yo, no lo sea y le toque, por azar, porque la vida es así, vivir un aborto): la incomprensión del entorno que duele más cuanto más cercano es. Todas hemos leído esas recopilaciones de frases que te dicen para restar importancia a lo que estás viviendo así que no tiene sentido que yo las reproduzca en esta reflexión.

¿Y después del aborto? Pues vives más presión del entorno. Porque por todos es sabido que 'mujer legrada, mujer preñada' y empiezan a pasar los meses y tú no te preñas. Y acabas yendo al psicólogo de nuevo para tener la sensación de que, al menos, no eres tú la loca, con todo tu entorno negando tus sentimientos. En serio, si es vuestra situación, acudid a un buen profesional que os de apoyo y os ayude a elaborar correctamente el duelo porque hacerlo uno mismo es muy difícil y puede enquistarse de mala manera. 

Y a mi alrededor, unos días después de mi aborto, nacía mi sobrina. Y no pude ir a verla. 

Y un mes después, unos amigos anunciaron su embarazo. Y no pude alegrarme.

Y me tuve que autoimponer ir a reuniones con amigas embarazadas, participar en regalos de baby parties varias y obligarme a salir a la calle. Y no podía se me permitía quejarme.

Pero al final lo conseguimos. Y yo no me sentí feliz. Bueno, si. No quiero mentir pero tengo que matizar que el sentimiento no fue de ilusión y felicidad pura como la primera vez si no que me invadió el miedo. ¿Y si me vuelve a pasar? ¿Y si realmente soy de la #infertilpandy, que llevo siguiendo todos estos meses desde las sombras? Y a la semana, empecé a manchar. ¡Cojonudo! Y fui a urgencias donde tenían un ecógrafo del pleistoceno y no le veían latido al embrión que una semana antes latía bastante bien. Y me dijeron de esperar a que me vieran en consulta con el ecógrafo bueno y volvió la tortura psicológica, el fantasma de que me iba a pasar lo mismo, aunque afortunadamente solo fueron 3 días esta vez. 

Mi Habichuela latía con fuerza pero no tenía la más mínima intención de implantarse. Ahí la veías, colgada de una liana, de un saco vitelino ridículamente pequeño, tan contenta. Y a mi se me salía el corazón por la boca. Así que me cascaron un reposo absoluto en toda regla que duró hasta la semana 11, momento en que tuve mi primera consulta por la SS y constataron que ya estaba implantada. 

No disfruté de mi primer trimestre de embarazo como habría hecho una madre normal. Era una obsesión. Miedo a perderla, miedo a no estar a la altura, miedo a que volviera a pasar... Estuve asustada y eso se traduce en que me encerraba cual caracol. Y esto repercute en la pareja. El Mozo no te ve bien, no sabe como sacarte de ese bucle, se ofusca, no os entendéis... Es normal, nos pasa a todos y luego, según se va pasando ese miedo que paraliza, todo vuelve a la normalidad e incluso en nuestro caso, tanto hablar (y discutir debatir) fortaleció la relación.

Y después todo parece que ha salido rodado (quitando la preocupación por sus riñones dilatados, su pequeño tamaño y demás tontadas y sustos, que mi Habichuela ha salido bromista). Un segundo trimestre muy bueno (con ciática, si, pero sin migrañas) y un tercer trimestre simplemente maravilloso que está llegando a su fin. No veo el día de tener a la Habichuela en brazos y se me empañan los ojillos de tipa dura solo de imaginar la escena. Me da igual que sea cesárea, parto vaginal, instrumentalizado... Me da lo mismo. Solo quiero que los médicos me la traigan al mundo sana y salva y a partir de ahí, ya nos encargamos nosotros de darle una familia que la respete y le de mucho amor y cuidados. 

El post de Ariel Pop, que es el que ha inspirado este texto, trata del deseo de tener un segundo hijo desde la perspectiva de la infertilidad. Reconozco que, a punto de desalojar a la Habichuela, ya fantaseo con volver a estar embarazada. Fantaseo con la posibilidad de tener otro hijo y volver a vivir este maravilloso estado. Mi yo de hace 10 años me miraría con cara rancia porque hace 10 años yo no entendía que podía tener de místico la maternidad. Hoy ya lo se y no puedo explicarlo con palabras. Hay que vivirlo. Y hay que vivirlo cuando se quiere, en el momento justo y con plena consciencia de lo que estás construyendo.

Sin embargo, reconozco que a ese sentimiento de deseo por tener otro hijo futuro se mezcla de nuevo el miedo. ¿Podré volver a quedarme embarazada? ¿Cómo será con nuestra hija pululando por la casa? ¿Me costará tanto? ¿Volveré a tropezarme con la china del azar? Ufff. Supongo que es normal pensar todo esto pero lo leo y me digo: ¡Coño, Hobbita! ¡Te está quedando un post de lo más pesimista!

Y nada más lejos de mi intención porque de verdad os digo que esto merece la pena. Ojalá nadie tuviera que pasar por estas vivencias pero, si te toca, déjame decirte que no han sido en vano. Que vas a vivir una maternidad más consciente. Menos inocente también, para que negarlo, pero esta otra forma de vivir la maternidad es tan válida como la de las madres fértiles. Y vivirla desde la inocencia también es muy bonito, doy fe de ello ^_^.

Te lo dice una a la que se supone fértil y a la que la vida la ha hecho esperar nada menos que dos años para poder tener entre los brazos a su primer bebé.

Dos años esperándote, Habi, y ya estás casi aquí. No puedes ni imaginar las ganas que tenemos papá y yo de achucharte, ni falta que te hace porque lo importante es que llegas para formar parte de nuestro universo.

¿Y vosotros? ¿Os planteáis ampliar la familia o ya echáis el freno? ¿Fantaseabais con la ampliación familiar estando aún embarazadas?