Cuando se pierde la inocencia pero se recupera la ilusión

Ya os adelantaba el lunes que el sábado estuve con nuestra amiga C. celebrando el cumpleaños de los Papis Recientes (ya no tan recientes). La conversación que tuvimos me ha hecho reflexionar mucho y es que, a C., le han dado ya los resultados de las pruebas que le hicieron a raíz de su pérdida. ¿El resultado? Una trombofilia rara, asintomática pero que ocasiona la pérdida de cada embarazo que pueda tener. Afortunadamente se controla con 'simples' pinchazos de heparina a lo largo de todo el embarazo.

C. me contaba que ha tenido 'suerte' porque algo raro debieron ver los médicos cuando se saltaron el protocolo con ella. Y es que, según el protocolo que se maneja en la Comunidad de Madrid (y me consta que en otros sitios también). la batería de pruebas se hace a partir del tercer aborto. Médicamente tiene su sentido. Humanamente no. Yo misma me puse a buscar mi segundo bebé sin saber muy bien a qué me podía llegar a enfrentar. 

El proceso del aborto te destroza. Físicamente tienes una recuperación más o menos larga. En mi caso, una semana convaleciente, otra semana con molestias y, posteriormente, reglas dolorosísimas. Yo, que siempre dije que lo de las reglas dolorosas eran para saltarse Educación Física. 

Lo peor es la resaca psicológica que deja. Enfrentarse a un aborto en enfrentarse a la pérdida de un hijo. Un hijo que no se llegará a tener. Un hijo que no solo no nacerá, si no que será negado por el entorno cercano de la mujer que lleva esa carga. Y ese hijo no nacido y del que parece que no se puede hablar salvo con otras mujeres que vivieron lo mismo se mantiene vivo en la mente de esa madre que tiene los brazos vacíos.

C. me decía que ella no habría podido buscar otro bebé sin saber que pasaba. Yo le dije que a veces no hay otro remedio. Que el deseo de ser madre es muy fuerte. Que a veces simplemente no te hacen las pruebas y otras veces en las pruebas no encuentran nada. C. (y yo, y muchas como nosotras) opina que someter a la psique de una mujer en duelo a esa incertidumbre es una crueldad.

Y lo es.

Porque yo tengo la sensación de haberme perdido el primer trimestre de embarazo sumida en miedos. Miedo a la pérdida. Es verdad que luego se me fue pasando (solo hay que leerse mi diario de embarazo para darse cuenta) y como a mi vida volvió el sentido del humor (tan necesario), la alegría y la fascinación por tantos cambios en mi cuerpo. Y sin embargo entiendo a todas esas mujeres que mantienen el miedo hasta el final y no es justo porque el embarazo en también una parte preciosa de la maternidad.

C. volverá a buscar en unos meses. Ya con diagnóstico y tratamiento. C. será mamá gracias a la ciencia. Pero si una doctora de la SS no se hubiera emperrado en hacerle pruebas a C., habría perdido irremediablemente dos bebés más, con todo lo que eso conlleva. Y C. no lo entendía y me preguntaba como pude arriesgarme. Y no supe que responder mientras me balanceaba con la Habichuela en brazos, ajena a nuestras disertaciones.

Y es que soy una mujer fuerte. Física y mentalmente. Y sin embargo el aborto hizo que se tambalearan todos los cimientos sobre los que se construía mi psique. ¿Me hizo más fuerte la pérdida? Lo dudo mucho. 

Como le dije a C., con ese diagnóstico ya puedes enfrentar el futuro embarazo desde la posición que da el conocimiento. Pero no se puede una olvidar de su otra hija. Ella siempre tendrá un huequito en la mente de su mamá, C. Y este embarazo y la maternidad, los va  a vivir de otra manera. Más consciente y menos inocente. No es ni bueno ni malo. Lo importante ahora es que se que lo vivirá.

________________________

¿Como pensáis vosotros que podría resolverse este conflicto entre lo médicamente recomendable y las necesidades emocionales de una mujer que ha pasado por una pérdida? ¿Es posible humanizar el proceso del aborto o es algo que solo entiende la que pasa por ello?