Vacaciones en familia: Hotel rural Barbacedo

El pasado fin de semana fue el fin de semana escogido para irnos de vacaciones con la Habichuela, ya como una familia de bien. Era nuestro primer viaje "largo", nuestra prueba de fuego. Y nuestro último día de vacaciones del Mozo (que se ha gastado los otros en los Papi Day).

Las vacaciones fueron una aventura, la verdad. Casi nos cuestan el divorcio (¡Con lo que cuesta casarse en la Comunidad de Madrid!). Como yo empecé en esto de internet a base de opiniones de productos, hoy voy a rescatar mi pluma sibilina para relataros la historia de terror de nuestras vacaciones. Y como no tengo fotos porque directamente salimos huyendo del hotel, ya os lo cuento yo de viva voz y nos echamos unas risas sanadoras entre todos.

Todo comenzó porque al Mozo le entra ansia viajera de vez en cuando (nota: escribir sobre el ansia viajera, que también da mucha risa). Cuando pasa esto, la Hobbita sabe que hay que actuar o el pobre se pondrá mohíno y pelín insoportable. Así que decidimos marcharnos de vacaciones 3 días, cerca de Madrid, para probar a la Habichuela. Escogimos la Sierra de Gredos para darnos unos buenos paseos, bañarnos en pozas naturales y hacer picnic en la montaña. Después de una búsqueda rápida, decidimos el pueblo y el escogido fue Mijares, situado en un puerto con unas vistas preciosas.

En nuestro plan de acción contábamos con salir la mañana del viernes para aprovechar que la Habichuela por las mañanas está de muy buen rollo y es muy simpática. No muy pronto para evitarnos el atasco matutino ni muy tarde para evitarnos el atasco de operación salida. La hora escogida fue perfecta y llegamos a Mijares en apenas dos horas, con la Habichuela muy contenta. Así que allí estábamos, frente al hotel Barbacedo, a las 14h, después de un viaje de 2h. Con nuestra reserva hecha. 

Nos acercamos al hotel y... oye, ¡no había nadie! La puerta estaba cerrada a cal y canto, no había luz en la recepción, nadie en el restaurante-barbacoa... ¿El timbre? De adorno. Y entonces vimos, descolorido y antiguo, un cartel de un tamaño ridículo pegado en la puerta, con los números semiborrados que ponía:

CONTACTO

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Llamamos y nos atendió una mujer que nos dijo que tranquilos, que empujáramos fuerte la puerta, que su madre estaba dentro y que ahora mismo venía. La puerta no se abría y en el instante en que nos colgó, empezamos a oír sonar el fijo del hotel. 

- Mozo, algo me dice que están llamando a su madre xD.

A lo lejos oímos unos pasitos. Ya eran las 14'30h, bajo un sol de justicia, con una Habichuela que seguía de buen rollo, entretenida tirando del pelo de mamá. Nos abrió la puerta una anciana que, así a ojo, debía tener unos 90 años, risueña, bastante sorda y que tenía la puerta cerrada con llave desde dentro (que empujáramos fuerte, decía la mujer del teléfono...). No nos tomó ni datos ni nada. Directamente nos preguntó si queríamos cama de matrimonio o dos camas y nos llevó al cuarto. Había moscas muertas bocarriba sobre los folletos del mostrador. 

Subimos por unas escaleras rotas hasta la habitación. Una habitación gigante, muy amplia, la verdad. Limpia y que olía muy bien. Eso si, el baño tenía una decoración viejuna no, lo siguiente. Imaginad marmol rosa veteado por todas partes, moho en la silicona de la ducha, tuberías sueltas que salían de la pared y un espejo de esos así como oscurillos, de abuela, de plástico. Las estanterías, tirando a combadas hacia abajo. Pero bueno, ningún problema. En sitios peores hemos estado.

Foto del propio hotel.... Sin comentarios. Nota mental: de la próxima búsqueda me encargo yo.

Le preguntamos a la señora para comer y nos dijo que lo sentía pero el restaurante solo abría viernes, sábados y domingos. Le indicamos que era viernes ^_^. Se quedó así como pensativa y dijo:

- Anda, pues no ha venido nadie del personal. Que cosas. Bueno, luego vendrá mi hija y ya os cuenta todo. 

Y para comer nos mandó unos metros más abajo a 'La Casa de la Hamburguesa' antro asqueroso del que solo mencionaré que solo había un plato de hamburguesa en su carta y que estaba asquerosa. Que mira que es difícil hacer mal una hamburguesa y unos huevos fritos, oye. Pues ni una cosa ni la otra. 

Deshicimos las maletas y quisimos echarnos la siesta. Habi decidió que mejor no y empezó con su adisgustez de las tardes. Así que optamos por desactivarla dándole un bañito en la superbañera. Busqué por todas partes y no encontré el tapón así que envié al Mozo a buscar a la señora para pedirle un tapón. Y el Mozo buscó y buscó y tardó lo suyo en dar con la anciana que le mandó a la tercera planta del hotel a buscar los tapones al 'Cajón de los Tapones'. Eso ya debió darnos alguna pista.

Montamos el baño y nos metimos los tres con la peque porque desde fuera la mampara entorpecía el maniobrado con la bebé. De amplitud muy bien, oiga y Habi se lo pasó genial flotando de papi a mami. Lo malo es que una de las estanterías del baño se venció del todo y estrelló con estrépito nuestro neceser en el suelo con el consiguiente susto y disgusto de la Habichuela que se puso a llorar desconsolada a grito pelao. El Mozo se salió y se llevó a Habi con la toalla y yo quité el tapón de la bañera.

Y entonces fue cuando se montó.

El agua, en lugar de irse por el desagüe y marcharse bien lejos, decidió marcharse por el desagüe y escaparse a borbotones por el sifón del water. Vamos, que inundé el baño y la habitación en cuestión de segundos pese a mis intentos de volver a tapar la bañera con rapidez. Llamé al Mozo a gritos que entró con Habi en brazos y casi se me escoña (todo resbalaba). Pusimos toallas, logré tapar la bañera y el Mozo sujetaba el sifón con un pié. Claro, que entonces la bañera no se vaciaba. 

Dejé el tapón puesto y estallé. ¡Asco sitio, venga ya! El Mozo salió a buscar a la señora para explicarle lo que había pasado y que nos dieran otra habitación aunque algo me decía que el tener todos los tapones escondidos quería decirnos algo.

¿La nueva habitación? No lo sabemos porque el Mozo nunca volvió a encontrar a la anciana. Se recorrió el hotel de arriba a abajo, incluso metiéndose por las zonas privadas. Llamó a gritos a la mujer, se metió en las cocinas.... Nada. Era como recorrerse el hotel del Resplandor. Llamamos al teléfono de contacto descolorido y aparecía apagado o fuera de cobertura. Hora y media después del desaguisado, sin poder entrar en el baño sin calarte, con la Habichuela que seguía pegando gritos (le duran los sustos a la pobrecilla) y sin poder contactar con nadie del hotel. Y decidimos huir vilmente del lugar. Que digo yo que menos mal que fue agua y no fuego porque se quedan sin hotel. ¬_¬.

Llamamos a unos amigos que se iban de barbacoa ese fin de semana y les pedimos asilo para el fin de semana. Nuestros amigos nos acogieron sin poner ninguna pega, nos dieron la dirección de la casa y nos dijeron que nos esperaban allí. Eran las 18h. Llevábamos desde las 16h buscando una solución a nuestro problema. Dejamos una nota muy cabreados en recepción y pusimos rumbo a La Almarcha, Cuenca desde Mijares, Ávila. 

El viaje fue horrible. En plena hora bruja de Habi, con atascos de salida en Madrid, intentando escaparnos por las radiales de peaje en las que no hay atascos pero tampoco áreas de servicio en las que parar. Solo deciros que acabé soltándome el cinturón de seguridad y tratando de darle teta a Habi encaramada en la kiss2. Previamente lo probé todo: cantar, reír, bailar, hablarle, acariciarla, ordeñarme teta y dársela a beber con el tapón de una botella.... Mi niña cada vez chillaba más, yo cada vez estaba peor y el Mozo cada vez se cogía una carretera más alejada (se empeñó que a Cuenca se va por la R4 y con los nervios no me escuchaba ni a mi ni al GPS).

Cuatro horas de viaje después a las 23h hora local, muy alterados, llorando todos, llegamos a la casa del padre de nuestro amigo. Nos abrazaron, nos animaron y nos embucharon panceta, pollo y chuletón de Ávila. La verdad es que son grandes amigos ^_^.

Así que nuestras idílicas vacaciones por la Sierra de Gredos se convirtieron en una pesadilla de 4 horas y dos días pasados en la mejor de las compañías, regando el huerto del padre de nuestro amigo (y a nuestros perros), con los Papis Recientes y su bebé en una mini piscinita de plástico, zampando barbacoa y escuchando música. Y visitamos Alarcón, un pueblo chulísimo al que hay que volver en invierno porque con la solana y los bebés no nos atrevimos a adentrarnos demasiado por sus calles pero solo desde la carretera ya alucinas con la muralla, los torreones y la catedral. En serio, precioso. 

Volvimos el domingo temprano, aprovechando las horas buenas de Habi. Todo bien. El Mozo y yo hemos descubierto nuestros límites y hemos salido fortalecidos. Eso si, a partir de ahora habrá que elegir con más cabeza los hoteles a los que vayamos con nuestra pequeña. Y es que, a día de hoy, nadie del hotel se ha puesto en contacto con nosotros, siquiera para emitir una disculpa por cargarse nuestras únicas vacaciones del año. Habría sido todo un detalle por su parte.

¿Tenéis aventuras pesadillescas con niños? ¿Qué haríais si os tocara un hotel así? ¿Creéis que la anciana fue una aparición del más allá y que realmente nunca existió?