Yo confieso: el colecho y yo

Ya embarazada os contaba que el Mozo quería colechar a toda costa porque 'somos mamíferos y nuestras crías necesitan estar calentitos'. Ni que decir tiene que el Mozo no había leído nada acerca del colecho. Ni el nombre siquiera. Y sin embargo, tenía clarísimo que lo quería poner en práctica con la Habichuela porque su instinto le decía que era lo mejor. 

Por mi parte, ahí estaba yo. Embarazada, devorando libros, leyendo sobre las bondades del bendito colecho, preparándome para la llegada del retoño. Y teniendo serias dudas acerca de la conveniencia o no del colecho. 

A día de hoy, que colechamos es un hecho. Ahora bien yo confieso que el colecho...

¡NO ME GUSTA! 

>_<

El Mozo en cambio, está encantado. No os equivoquéis. No hacemos colecho porque él se empeñe en contra de mi criterio, no. Es que yo confieso que el colecho...

¡TIENE VENTAJAS! 

>_<

Ventajas e inconvenientes pero que, a día de hoy, en la lista de pros y contras, las ventajas superan a los inconvenientes. 

1. Habi duerme mejor: ¡nos ha jodido! que dirían los opinólogos. Está con sus papis, calentita, protegida, con media cama toda para ella porque me da pánico aplastarla... Si, amigos. Habi duerme en media cama y el Mozo en la otra media. ¿Y donde duerme la Hobbita? Hecha un ocho ahí donde la dejan >_<.

2. Nosotros dormimos mejor: el Mozo duerme como siempre, hecho un ceporro. El caso es que yo duermo bastante mal posturalmente hablando, lo que se traduce en que por las mañanas tardo un poco en arrancar. Y sin embargo, cuando la conseguimos dormir en la cuna... directamente no puedo conciliar el sueño. La postura tope de correcta pero si no consigo dejar de pensar en si estará o no bien y levantándome a cada minuto a ver si respira.

Por otro lado, el día que está llorona también me sirve para que, cuando conseguimos calmarla, siga durmiendo. Ella y yo. Porque oír sus llantos desconsolados no me ayuda a mi a conciliar el sueño. Esos días se viene conmigo a la cama desde la primera hora nocturna.

De esta forma, el que no llore se traduce en que mi corazón duele menos pero el que duerma en mi cama se traduce en levantarme hecha un ocho. A día de hoy sigo sin poder relajarme tanto con la posibilidad de aplastarla como de que se asfixie entre tanta funda nórdica.

3. La teta se da mejor: reconozco que este es uno de los principales motivos por el que hacemos colecho. Cuando dormimos juntas Habi solo tiene que emitir un ligero gruñidito (y si estoy muy ceporra arrearme un par de puñetazos y patadas voladoras) y su madre-ocho enseguida se despierta, le embucha una teta y a seguir durmiendo. Sin dramas. Sin desvelarme demasiado. Sin el temor que me acompaña cuando pienso en mi torpeza de recién levantada. De hecho, las noches que Habi se ha dormido en la cuna soy yo la que la mete en la cama con nosotros para seguir durmiendo. 

4. Hablemos de seguridad: Ejem. Esto es relativo. Y digo que es relativamente seguro porque yo, si caigo profundo, tengo la sensación de que le doy cada golpe... Solo me ha pasado una vez. ¡Qué susto! La peque ni se enteró pero yo lo pasé muy mal. To el codo le clavé en la cabezota U_U. Me desperté de golpe para comprobar que no la había desgraciado. Y la niña no se movía. Tanto me asusté que la desperté. Y se despertó de muy mala leche xDDD. El Mozo dice que lo soñé, que seguro que no le di ese golpe.

Con respecto al Mozo, ya se ha llevado un par de collejas porque veo que se cae encima de ella. Literalmente.

Y ya por último en este punto, me da miedo que se asfixie con la funda nórdica. Estoy muy pendiente pero cuando me duermo, no se como, la debemos cubrir entera. Y me despierto, la veo cubierta y me estreso tratando de destaparla. 

Así que no, sigo teniendo mis dudas acerca de la seguridad del método.

5. Yo duermo pero me levanto contracturada. Descanso, si pero como he dicho, me quedo rígida, protegiendo a Habi y eso hace que por la mañana tarde bastante en desentumecerme.

Ejemplo gráfico de cómo duerme la Hobbita

6. Si no duermo con ella, no me duermo. ¡Manda huevos! Ha llegado a un punto en el que tener a Habi a mi lado me relaja porque puedo comprobar que respira, que está relajada. En definitiva, compruebo que está bien. Cuando está en la cuna, me obsesiona tanto que acababa levantándome cada 30 minutos. Menos mal que con las ruedas que le pusimos, ahora me pego la cuna por la noche a la cama y me quedo más tranquila. Y sin embargo, hay días que ni con esas: tengo la necesidad física de cogerla y meterla en la cama con nosotros. 

Así que, por todos estos motivos, nuestra realidad en nuestra familia, a día de hoy, es que hacemos colecho. Y, siendo decirlo, muy a mi pesar. Porque me siguen dando miedo las consecuencias: la pérdida de intimidad, el descanso sin contracturas (cielos, ¡quiero mi espacio en la cama!) y si hay un segundo hijo... ¿dónde lo meto en una cama de 135cm?

¿Cómo lo hacéis vosotros? ¿Practicáis colecho? ¿Os ha resultado tal y como lo imaginabais o también veis alguna lagunilla, como yo?