Estas dos semanas me han pillado de vacaciones, con un móvil, pocas ganas de escribir con él y muchas ganas de desconectar. Así que las juntaré en una entrada porque al fin y al cabo los síntomas han sido muy similares.
1. Náuseas: para empezar, las náuseas pre vómito han desaparecido mágicamente. Volvieron un par de días pero las asocio a la migraña que me ha tenido un poco lerda durante 4 días. Por otro lado, las náuseas inversas se han exacerbado. Cuando hay hambre, hay hambre, leches, y la habichuela es tajante: o comes o te vas a encontrar muy mal. Exageradamente mal. Y como buena hobbita, no puedo negarme a un buen segundo desayuno (o tercero, o cuarto, o lo que se tercie).
2. Dolor de espalda: este me está fastidiando ya de verdad. Mi cuñada (o cuñadrastra en realidad, pero es otra historia que será contada en esta ocasión) le ha dicho a mi madre que ella estuvo igual y que al final tuvo que claudicar e ir al fisio. Yo estoy a puntito de rendirme porque realmente no se que hacer. Cuando no es la ciática son las lumbares y si no, como ayer, todo junto. Me he pasado las noches de vacaciones coja de la pierna derecha y las mañanas haciendo estiramientos guarros de pilates por la cama del hotel. Tengo ganas de que llegue septiembre para ir al polideportivo municipal a que me acojan en sus clases de natación para embarazadas. Espero no tener que pegarme por una plaza, jiji.
3. Línea alba: a mi ya me ha salido. Se que muchas no lo entenderéis porque es algo que, por alguna razón, espanta a las mujeres de bien. Yo, que soy una zarrapastrosa, me levanté un día y ahí estaban, un montón de pelillos bien negros enmarcando una finíiiiisima línea más oscura que artaviesa del esternón al pubis. Pues para mi ha sido un subidón. Me paso los días levantándome la camiseta y mirando los pelillos :D.
4. Barriga: se me empieza a notar. O la noto yo, que es lo que importa. Y mis pantalones. El día de la vuelta a los madriles me encontré sin ropa y un bonito vendaval que anunciaba fresquete. Fui a ponerme unos leggins con la falda (que como tiene nido de abeja no se nota que se va quedando pequeña) y.... jurL! Que dolor de barriga. A quitárselos corriendo que eso apretaba como si no fuera un mañana. Y qué decir de las chaquetas. Al final salí de casa cual homeless de la siguiente guisa: falda negra larga y vaporosa perroflautil + camiseta de búhos blanco lejía (porque las demás estaban cochinas de las vacaciones y ondeaban al viento tras ser sometidas a una colada integral) + deportivas del decatlon moradas + calcetines amarillos + chaqueta vaquera para rematar el conjunto. Un cuadro oiga. Y yo tan contenta. Y hoy me temo que vuelvo a salir de casa con la misma guisa porque con la migraña no he ido a comprar leggins premamá, jijiji. Yo además, me palpo el útero (soy una rara que está acostumbrada a palpar abdómenes y noto las diferencias) y es genial aunque aún no noto para nada al bebé. Pero si noto como va creciendo la pelotilla de líquido y me da mucha felicidad :).
5. Piel de melocotón: eso me lo dice el mozo, que está en plan mono y no para de toquetearme. Dice que me he vuelto amelocotonada y que es adictivo. Yo me noto igual, la verdad pero oye, a nadie le amarga que se pasen las horas muertas acariciándole un brazo o la espalda o la baja espalda ^_^. Lo malo es que estas inspecciones dan pie a que encuentre bastantes cabezas blancas por el camino >_<.
6. Intolerancia al frío: yo soy una hobbita del norte. Siempre me ha encantado el agua, zambullirme de golpe, salir a nadar, sumergirme, emerger cual sirenilla dando una voltereta (esto último es verídico, siempre he sido muy acrobática tanto dentro como fuera del agua). Yo era de irme a Albacete, al nacimiento del río Mundo, y lanzarme a la poza de las truchas de golpe a sentir el agua del deshielo y salir azul. Lo mismo con el agua de la Pedriza. El mar para mi era una tontá calentorra y ni que decir de las piscinas. Pues desde que estoy embarazada no hay manera. Tengo que meterme despaciiiiito despaciiiiito y se me escapan ridículos 'Ay, ay ay!!' cada vez que el agua me toca mínimamente la barriga. La habichuela ha matado a una leyenda acuática viva. He de decir que en esta ocasión la hice caso mínimamente y que al final meterme me metí en el mar y que nadé y busqué bancos de peces y gallos y algas y erizos. Eso si: solo lo hice con bandera verde. Cuando hubo bandera amarilla no me atreví. No por el frío si no por lo que contaba hace tiempo: en el momento en que ves el positivo tanto tiempo deseado, algo cambia en tu cabeza y eres plenamente consciente de ser dos. Y la verdad, el mar tiene un sentido del humor peculiar: con bandera amarilla tienes que entrar un poco a lo bruto y para salir.... seré torpe pero es que era un mar de esos que arreaba collejas y rebozaba por los suelos a cada persona que intentaba salir de él y la verdad, no me parecía una escena para una embarazada recién salida de una amenaza de aborto. Así que me he vuelto prudente, para desgracia del futuro padre, que se tuvo que zambullir solito 2 de los 4 días que hubo playa.
7. Pis: he dejado lo mejor para el final. Empiezo a pensar que esto es un entrenamiento para cuando la habichuela esté entre nosotros de cuerpo presente y no nos deje dormir por las noches. No hay noche que no me levante dos veces como mínimo, cual zombie. El viaje de ida a nuestras soñadas vacaciones fue una tortura para mi mozo: seis veces hubo que parar para que la hobbita no se meara encima. A la vuelta 'solo' fueron tres, pero de esas tres una estuvo acompañada de vómitos (que entre la migraña y las curvas, la Hobbita se mareó :$).
Nada más que reseñar. Los síntomas empiezan a volverse difusos y la verdad es que no son nada molestos si no más bien anecdóticos (salvo el dolor de espalda) así que por mi, que esto siga así :).