Hace ya unas cuantas entregas os hablé de esta aberración traída de lo más profundo de los avernos. Este demonio enloquece-madres y abduce-padres. Este cacharro infernal.
Y sin embargo, el cacharro sigue en mi casa. ¿Por qué? Primero porque, obviamente, tenía que reseñároslo para que os regodearais en mi desgracia pero en segundo y no menos importante lugar, porque Habi lo adora.
¡Oh, si! Este juguete pensado para hacer a nuestros churumbeles adictos a las tragaperras la tiene embelesada. Y eso que el 90% del tiempo se lo tengo escondido y con el sonido en posición off, que una es malamadre y, aunque tengo nervios de acero, tampoco es plan de ponerlos a prueba día si y día también en una de esas pruebas de esfuerzo que tanto gustan al Mozo.
Así que, amado público, por fin ha llegado el día. Con todos ustedes (redoble de tambor) el Juguete Infernal:
Así que, amado público, por fin ha llegado el día. Con todos ustedes (redoble de tambor) el Juguete Infernal: