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lunes, 20 de junio de 2016

Cuatro meses



Mi niña crece por momentos. El tiempo pasa y yo cada día estoy más enamorada de mi pequeña. Celebro cada hito como si hubiera ganado las olimpiadas. Eso debe ser orgullo de madre. Y me derrito cuando interactúa con su papá.

martes, 19 de abril de 2016

Dos meses



Dos meses ya, mi niña. Dos meses en los que has aprendido a hacer cosas increíbles a los ojos de tus papis.

Hace dos semanas aprendiste a sonreír. Ya no eran muecas al azar, no. La primera vez que me miraste fijamente y sonreíste... en ese momento, no te lo vas a creer pero se detuvo el mundo. Y ahora estás en una fase en la que regalas tus sonrisas a todo el mundo, con facilidad. Y me derrito cada vez que lo haces.

Cuando comes me miras a los ojos. Ya no se te pierde la mirada en el infinito. Y a veces, comes sonriendo. Claro, eso hace que pierdas el vacío y te cabreas un poco pero ya aprenderás que a veces hay que elegir entre dos placeres de la vida.

Estás pasando una fase preciosa, a ver si no se me olvida nada. 

lunes, 21 de marzo de 2016

El primer mes



Mi niña:

Hace ya un mes que te tenemos con nosotros y desde ahora puedo decirte que ha sido un mes maravilloso, el mejor mes de nuestras vidas. Se nos ha pasado volando.

Ya tienes un mes. ¡Increíble como ha pasado el tiempo! 

Un mes maravilloso el que nos has regalado a tu papás. Con esas muecas y esas medias sonrisas que ya empiezas a echar.

Puedo decirte que me encanta tu olor. que me pasaría horas aspirando ese olorcito tuyo tan característico a bebé que desprendes. Que me maravilla porque, a día de hoy, Papá y yo seguimos bañándote solo con agua. Si es que, hasta cuando nos vomitas encima, hueles bien. Bueno, reconozcamos que entonces el olor vira un poco hacia el yogur pero, ¡ey! ¡Qué yogur tan rico!

Puedo decirte que me encanta pasar las mañanas contigo, solas las dos, aunque últimamente te has vuelto muy demandante de brazos y no hay quien te deje un ratito en la cuna.

Puedo decirte que has empezado con episodios de cólicos y que a Papá y a mi se nos parte el corazón cuando nos lloras de esa manera tan sentida. Y es que, hija, lloras tan poquito que cualquier llanto, y más si es de dolor, se nos clava en lo más hondo. Si hasta la Perrucha Chucha se asusta y viene a apuntarte con el hocico, a ver que te pasa y que puede hacer.

domingo, 13 de diciembre de 2015

Balance: Primer mes de coche



Aunque sea domingo y no tengo por costumbre publicar en fin de semana, hoy se cumple exactamente un mes desde que hice una confesión pública: mi extraña fobia al coche

En dicha confesión, que resultó ser más común de lo que yo pensaba, a tenor de los comentarios de la gente, me propuse a mi misma empezar a perder ese miedo a tan terrible elemento porque me veía yo un pelín limitada en mi futuro con la Habichuela ya como parte de nuestras vidas. Mis buenos propósitos consistieron en:

1. Acudir a la EOI en coche todos los días, lunes y miércoles. Era un trayecto muy cortito, por las calles angostas de mi barrio. Toda una prueba de pericia de conducción.

2. Viajar hasta la casa de alquiler en coche todos los martes. Trayecto por las calles anchas pero llenas de tráfico de mi barrio, M-30 y, la prueba de fuego, aparcar en el parking privado de la comunidad de vecinos, que no han podido pintar las plazas más estrechas, los muy petardos. 

3. Ir a visitar a Mami Reciente hasta su casa en coche siempre que se terciase. Trayecto sencillo a la ida, por una zona muy nueva, llena de rotondas, badenes y extraños pasos de cebra estratégicamente colocados en lo alto de colinas para que no veas a los peatones que tratan de cruzar corriendo para salvar sus vidas. 

Bien. A día de hoy, el resultado ha sido el siguiente:


viernes, 13 de noviembre de 2015

Una de confesiones: tengo fobia al coche



Lo se, lo confieso. Soy una tipa rara que se siente muy segura y feliz conduciendo una moto y muy insegura dentro de un coche U_U. 

Me saqué el carnet jovencita, a los 19 años recién cumplidos sin mayor complicación que el tedio de tener que estudiar el teórico y he de reconocer que me gustaba mucho conducir el coche de la autoescuela. 

Entonces me dieron el carnet y me encontré con Fermín, el flamante Clío rojo de 17 años de mi madre que se conducía como el culo muy mal, lleno de ángulos muertos, retrovisores en los que no había prácticamente visión y al que, sinceramente, en las cuestas le pesaba el culo. Y encima no tenía dirección asistida, ese invento entre los inventos. 

Total, que al final fui dejando de conducir porque lo pasaba realmente mal cada vez que tenía que salir a la carretera. 

Luego cambió la ley de circulación y con tres años de carnet B, permitían conducir motos de 125 cc. Estaba yo por aquel entonces con el novio motero de la relación tormentosa y me dije, venga, ¿por qué no? Y me compré a mi pequeña Vespa de oferta, un km 0 único en un concesionario escondido del centro de Madrid. 

Intenté ir a una autoescuela antes de comprarla para que me dieran algunas clases pero, sinceramente, ni os molestéis. No les interesa en absoluto la seguridad vial si no sacarte la pasta. Solo me ofrecían cursos carísimos de reeducación para conductores (esos malos conductores que han perdido todos los puntos y ahora pagarán por ello.... literalmente). Y oye, la Hobbita es sensata pero no gilipollas tonta y no estaba dispuesta a que me tongaran entre 50 y 75€ por clase en un circuito de mierda con una vespa del año de la polca. 

Total, que me lié la manta a la cabeza y me la compré.