Soy una Hobbita atípica en lo que respecta al universo femenino. Puedo agradecer que mi relación con mi cuerpo es sana gracias a mi madre y es algo que pretendo continuar con la Habichuela y la Pulga si el entorno y la sociedad me lo permiten (que algo me dice que si por como se han desarrollado los acontecimientos conmigo).
Esto se resume en que si, soy bastante zarrapastrosa de por si pero es un estilo propio zarrapastrosil de lo más apañado. Yo vivo cómoda en mi mundo hobbito de maternidad y antes de ser madre vivía cómoda en mi mundo hobbito de veterinaria. Acoto esto porque no veáis lo interesante que puede llegar a ser irte a ver vacas al monte acompañada de una moza con el pelo planchado, pantalones de pitillo y, ojo al dato, tacones. Que no me ha pasado una ni dos ni tres veces (¿verdad, Amiga con Conocimientos?). Hasta la enervante falta de bolsillos en los conjuntos femeninos (da igual que lleves vaqueros o chándal, los fabricantes pretenden hacernos inútiles hasta el más nimio detalle) la he suplido tirando de riñoneras y alforjas (que ahora están de moda pero antes eran de lo más nerd).
Por supuesto, además del vestir, nunca me ha preocupado demasiado ni mi peso (siempre he estado en un peso adecuado a mi altura) ni mi piel. Por lo tanto, ni he vivido pendiente de una báscula cada día de mi existencia (como si les pasa a amigas que, estando en normopeso, NECESITAN perder 2 o 3 kilitos para estar bien. Y cuando los pierden, necesitan perder otro par más para.... y sígase el ciclo hasta el infinito) ni dedico parte de mi sueldo a carísimas cremas y potingues para tener el rostro pálido más terso.
Volviendo al peso. Cuando empiezas el embarazo, el peso es un MUST de las revistas de embarazadas. No hay número en el que no lo toquen. Ni hay web en la que no haya un artículo o post dedicado al tema. Y aquí ya dependes de lo actualizado que esté el que haya escrito el artículo y de lo receptiva que te encuentres tu para leer entre líneas y extraer la verdadera información.
Y el secreto, señoras, es que el peso en el embarazo, si bien es algo que está ahí y no hay que obviar, es relativamente secundario.