Como os adelantaba en Facebook la semana pasada, he terminado mi primer proyecto de costura: un polar para portear a la Habichuela y que no se me congele en el durísimo febrero que estamos sufriendo en este país (Modo Ironía ON, a día de hoy sigo yendo sin guantes, algo impensable por estas fechas).
Ya sabéis que yo no se coser y que es uno de mis propósitos de año nuevo. Se que nunca seré una costurera de 10 pero al menos me apetece defenderme con la máquina de coser para ser capaz de hacer algunos proyectos y no depender de suegras o simplemente dejarme los bajos caídos y que se vayan royendo con el roce (que no está la economía como para ir perdiendo los pantalones contra el asfalto :p).
A lo mejor este no es el proyecto más indicado para empezar a aprender costura. ¡Qué le vamos a hacer! Quizás debí empezar con un monedero pero así es la Hobbita, una tipa que se lía la manta a la cabeza y se mete en cada fregao... El caso es que, como lo que necesitaba era un cobertor para la niña y no un monedero pues decidí empezar por aquí. Ya sabéis, la burra grande, ande o no ande.
