Como os contaba en este post, me he hecho unas cuantas bandoleras de anillas. Como no confiaba demasiado en mis artes costuriles, primero me hice una prueba en un trozo de sábana que ahora me va a tocar deshacer entero para hacer nuevas pruebas. La verdad es que para ser un cacho trapo corto, no me quedó nada mal.
Una vez hecha la prueba y entendido como iba el sistema, me cosí una bandolera con el fular verde de mi madre, de composición 55% seda y 45% pashmina. Quedó muy chula, aunque el Mozo opina que voy como una cortina >_<. Es una bandolera muy cómoda y con el fular totalmente domado así que no veais que bien corre por las anillas. Después de esto, me cosí dos más: una morada y otra roja, con otros dos fulares de la misma composición que mi madre iba a tirar. Cuando hablo de fulares me refiero a unos pañuelos de cuello extralargos que tenía por la casa la buena mujer, no a fular-fular de sarga cruzada.
Una de las mamis del café de los martes se ha apuntado a esto del porteo como solución a los problemas de llanto y brazos que tenía su hija. Está encantada y le ha pasado un poco lo que a mi: le ha entrado la fiebre consumista de probar todo portabebé que cae en sus manos. Además, cose perfectamente así que hicimos un tandem y nos fuimos de tiendas a por telas para cosernos una bandolera de lino de cara al verano.
Lo que he aprendido es, además de a coser una bandolera, que los empleados de las tiendas de tela no tienen ni puta idea de lo que están vendiendo. Es algo que pasa mucho en este país, pero bueno, yo esperaba más profesionalidad en un campo en el que, sinceramente, controlo más bien poco y espero asesoramiento. Nos pateamos medio Madrid Centro en busca de la tela perfecta y finalmente conseguimos una tela de lino similar a la que toqué en el taller de porteo en una tienda de telas que hay justo al lado de casa. Las anillas las encargamos por Internet y una vez tuvimos todo, nos pusimos a coser.
Utilicé varios tutoriales para realizar la bandolera.