miércoles, 6 de enero de 2016

Sobre la importancia de la autonomía (I)



Últimamente leo bastante las columnas de Barbijaputa y otras feministas de la red. Me gusta y comulgo con bastantes de sus ideas (con otras no, que le vamos a hacer). Reconozco que antes me leía los comentarios para ver en que dirección se movían los lectores de estas columnas. A día de hoy, ya me ha quedado claro que aires respiran los trolls de internet y prácticamente me salto esa sección (que tanto me gusta leer en otros blogs) para no cabrearme. Directamente. 

Y sin embargo, un día vislumbré uno por encima que me hizo volver a reflexionar sobre un tema recurrente en mis pensamientos: el poder que te otorga la autonomía. Me explico.

Desde que somos pequeños, en nuestras casas recibimos una educación. Por muy modernos que sean nuestros padres, por muy avanzados que seamos nosotros, es imposible no caer en alguno de los cientos de miles de clichés de género. Lo leo a menudo en blogs de maternidad. Madres preocupadas por la afición al fútbol de sus hijas o por la no afición al fútbol de sus hijos, por poner uno de los ejemplos más frecuentes. Además, esta preocupación suele chocar con el hecho de que estas madres suelen ser mujeres modernas que creen en la igualdad de género por principios. Sin embargo, ¡ay! los principios a veces chocan con la realidad de la sociedad. ¿Estará integrada la niña si solo juega con niños? ¿Estará integrado el niño si solo juega con niñas? ¿Qué pasará cuando llegue a la adolescencia? ¿Se meterán con él/ella?


Y esto viene de muy atrás. Por ejemplo, mi padre viene de una familia un poco bastante adelantada a su época. Mis yayos eran de un pueblo alicantino que, sinceramente, ya era bastante avanzado a principios de siglo. Tenían biblioteca, maestros muy implicados, los chavales estudiaban hasta bastante tarde, teniendo en cuenta la situación socio-económica del país.... Lástima que les pillara la guerra de tan pequeñitos y todo se fuera al traste. Mi yayo estudió hasta los 14 años y salvó unos cuantos libros de la quema de la biblioteca cuando los nacionales entraron en el pueblo. Mi yaya estudió hasta los 12 años, principalmente por la guerra y porque se quedó huérfana de madre muy temprano. Sin embargo, mi yaya si que fue una mujer del Renacimiento, en mi opinión superdotada de libro, como nos demostró a su muerte, cuando descubrimos que la buena mujer era una auténtica maestra de las finanzas. Con todo el tema de la herencia descubrimos que era una broker al más puro estilo de Wall Street O_O. ¡Mi yaya! ¡La del ganchillo!

Lectora empedernida, obviamente 100% autodidacta, capacitada para hacer las labores que se presuponían propias de una mujer de la época (cocina, cuidado de hijos, costura, plancha, limpieza de la casa, 'anfitrionismo'....) y además capaz de procurarse ella misma el sustento. ¡Y de que manera! Lo que nunca entendí es que lo hiciera en secreto puesto que mi yayo tampoco era el típico hombre de la época.

Era un señor pequeñito y enjuto, con un don especial para los animales y los niños. ¡Le encantaban los niños! Allí donde mi yaya creo que tuvo los hijos por presión social, él los disfrutaba. No se mucho de la infancia de mi padre y mi tía, salvo que solían ir al Retiro. Mi yaya se quedaba leyendo en uno de sus rincones favoritos y mi yayo se los llevaba a descubrir animales en la casa de fieras, escalar árboles y jugar en algún rincón en el que no hubiera coches (si, amigos, el Retiro estuvo abierto al tráfico hasta hace relativamente poco tiempo). A los nietos nos ha disfrutado también muchísimo. Me ha llevado a la fábrica en la que trabajaba y es el artífice de enseñarme a montar en bici y patines (si, fue mi yayo y no mi padre quien se encargó de esa tarea) y de hacer el cabra y el mono en los distintos columpios que pueblan la ciudad. Y creedme, es literal: yo hacía acrobacias dignas de gimnasia artística.... previamente enseñadas por un señor de 70 años que se ponía cabeza abajo en las barras de los toboganes y hacía el murciélago en las espalderas de los parques.

Cuando mi yaya se murió, mi yayo nos demostró a todos que no era un 'hombre florero' delante de una gran mujer. Él se limpiaba la casa, aprendió a cocinar con unas recetas básicas que mi tía le preparó, siguió haciendo la compra (que ya la hacía antes) y siguió con su vida autónoma. Mi tía estaba cardíaca y, en mi opinión, le daba un poco por culo. Tenía la obsesión de llamarlo todos los santos días a las 11 de la mañana (hora del recreo en el colegio, es profesora) para asegurarse de que estaba bien (con lo que mi yayo ya no podía irse a pasar la mañana al centro de día con sus amigos) y todas las semanas iba a controlar que todo estuviera en orden y no hubiera quemado nada. Como si fuera inútil. A raíz de un pequeño ictus que le dio se empeñó en llevárselo a su casa. Un mes después, ya recuperado, mi Yayo le dijo amablemente que muchas gracias por su hospitalidad pero que él prefería marcharse a su casa, si no le importaba, que a él no le gusta nada 'estorbar'. Y así huyó mi Yayo con elegancia de los primorosos cuidados de mi tía y se volvió a su casa donde vivió solo hasta los 97 años. Murió en julio del 2014, tranquilo y en paz. Se puso un poco pachucho la semana antes y la muerte se lo llevó tranquilamente, sin hacerle sufrir, en el hospital, rodeado de los suyos, sin hacer ruido ni importunar a nadie como el ancianito entrañable y pequeñito que era.

Y aunque al final no teníamos demasiado contacto por todo el lío que se montó alrededor de la enfermedad de mi padre, me da un poco de pena pensar en que ninguno de los dos, ni mi Yayo ni mi Yaya, conocerán a mi pequeña Habichuela y le enseñarán todo lo que me enseñaron a mi con su ejemplo. En especial que la igualdad de género, incluso entre personas ancianas, es más que posible. Y que la autonomía y la independencia son básicas para sobrevivir feliz en este mundo.

¿Cómo eran vuestros abuelos? ¿Qué os parece lo 'adelantados' que eran mis yayos? ¿Qué os enseñaron?


16 comentarios:

  1. Que bonito lo que cuentas... además, por lo que escribes se ve que tus yayos tuvieron que ser un ejemplo a seguir. Mi abuela era... bueno, era todo. Me enseñó todos los valores que intento seguir hoy en día, la paciencia, el saber estar, el cariño... Mi abuela era para mi todo. Y cada día la echo de menos. ¡Un abrazo fuerte!

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    1. Mis yayos fueron un pilar muy importante en mi infancia. Aprendí mucho con ellos y lo pasé genial en un ambiente muy respetado. A los 18 años, la cosa se torció un poco. No se llegó a recuperar la complicidad de antaño porque a esa edad a una le tocan mucho la fibra sensible y no tiene la perspectiva que da la vida adulta pero creo que nunca se perdió del todo esa conexión. O al menos yo, a día de hoy, sigo recordándoles con mucho cariño :').

      Un abrazo :)

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    2. Hola!
      Ayer te leí pero no tuve tiempo de contestar. Me parece una historia preciosa la de tus abuelos. Vaya hombre genial. Yo también tuve un abuelo "diferente", un hombre de la guerra como el tuyo, con pocos estudios pero gran sensibilidad y sabiduría, escribía poesía y leía como un poseso y tenía una imaginación bestial y era un hombre graciosísimo. Lo echo de menos cada día.
      Ya quisiera ser yo como ese abuelo tuyo, viviendo solo hasta el final. Qué gran ejemplo.
      Besos, guapa.

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    3. A mi también me encantaría ser independiente hasta el final. Conservar la cabeza y la salud e irme sin ruido, en calma. Yo creo q la Muerte le obsequió un poco con lo que él le dio a la Vida. No sufrió y murió atendido y tranquilo.

      Un abrazo :)

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  2. Es una historia super entrañable! De esas de artículo de periódico! A mi solo me queda una abuela, vivió como separada antes de que eso fuera bien visto porque su marido (no lo llamo abuelo porque nunca lo.conocí) se quedó en América con una "negrita" y formó allí otra familia. Sacó adelante a mi madre y algunos años a mis tios ya casi adultos por aquel tiempo. Ella se buscaba la vida divinamente pero no era adelantada a su tiempo ni mucho menos y no es ejemplo de nada en mis recuerdos. Mis otros abuelos han sido mas peculiares y guardo con mas cariño el empeño de mi abuelo, pintor artistico de profesión, su empeño por enseñarme los trucos del arte, siendo inutil de una mano.
    Es un orgullo tener esos referentes en la familia, y sonre todo guardar tan bellos recuerdos. Ojalá mis hijos tengan ejemplos similares, y sino, ojalá yo pueda serlo para mis nietos.

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    1. Les recuerdo con mucho cariño porque eso es lo que viví en su casa cada vez que iba. Además, luego desde adulta, me he dado cuenta de hasta que punto me enseñaron cosas, tanto físicas (bicicleta, patines, hacer el mono...) como 'espirituales' (esos valores que no se pueden explicar pero que se tienen. Mi Yayo era la paciencia infinita personificada y mi Yaya era puro amor por los libros. Cuando ella ya no podía leer por la vista, le leía yo en voz alta. Mi Yayo hasta se inventó una estrella en el cielo para mi y todas las noches que me quedaba con ellos íbamos a buscarla al cielo antes de irnos a la cama... Esos pequeños detalles hacen que sean los mejores abuelos del mundo ^_^.

      Un abrazo :)

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  3. Yo he tenido la suerte de que todos mis abuelos menos uno, han conocido a mis peques, es más dos de ellos todavía viven. Mi abuela materna es espectacular. Cumple años el mismo dia de mi mayor con 89 años de diferencia. A sus 94 años vive sola, y está para todos. Moderna a sus época, es independiente y ha criado a sus 7 hijos bajo unos valores fuertes predicando con el ejemplo, asi que todos los nietos presumimos de abuela. Los abuelos son lo mejor del mundo. Un besazo.

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    1. A mi solo me vive la abuela materna y, sinceramente, no la quiero demasiado cerca de mi Habichuela xD. De mis yayos me habría encantado que estuvieran aquí para vivir el embarazo y a la bisnieta pero no ha podido ser. No pasa nada. Sus enseñanzas siguen vivas dentro de mi y mi Habichuela aprenderá a hacer el mono y ganchillo, y a rescatar azucenas albinas plantadas cabeza abajo, y a bricolajear.... Y tendrá un buen puñado de abuelos propios de los que aprender un montón de cosas.

      Un abrazo :)

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  4. Qué bonito, aunque tu Habichuelita no pueda conocerlos, seguro que tú, mejor que nadie, podrás inculcarles todas esas cosas que aprendiste de ellos y le sabrás narrar estupendamente cómo fueron. Un abrazo.

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    1. La Habichuela tendrá a sus propios abuelos que estarán supervolcados con ella. Tanto mis suegros como mis padres están como locos con la peque. Y de paso se lleva un par de tíos abuelos que también están deseando que llegue a nuestras vidas.

      Yo le contaré batallitas y haré un buen montón de las cosas que me enseñaron mis Yayos. Y le hablaré de ellos, si señor! El recuerdo sigue vivo ^_^.

      Un abrazo :)

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  5. Yo hace muchos años que perdí a todos mis abuelos con edades cercanas a los 90, los adoraba, sobre todo a los maternos, me querían muchísimo y sabían demostrarlo,inteligentes y temperamentales, me enseñaron bondad, generosidad y un gran respeto por la naturaleza. Y los paternos me hicieron sentirme muy especial y admirada cuando me subían a la mesa a que les cantara o recitara poesías, muy cuqui yo y mi abuelo me enseñó montones de juegos de cartas entre lis 5-10 años y a ver quien es el guapo que me gana al chinchón ahora! No conocerán a nuestros hijos, pero nos dejaron no solo su genética sino partes de su ser que si que podremos compartir con nuestros peques, hay personas que dejan huellas tan profundas en otras que cuando marchan... no se van del todo. Grandes tus yayos, gracias por compartirlo, fíjate sin estar ya aquí, hoy llegaron a mí!

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    1. Cierto. La gente pasa por el mundo y deja su huella (para bien o para mal). Puede parecer imperceptible, pero la dejan. En el caso de mis Yayos dejaron una huella muy especial, muy honda y muy bonita y espero ser capaz de transmitir sus valores a mi peque.

      Un abrazo :)

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  6. ¡Que bonito lo cuentas!
    Lo trasmites tan bien que he podido imaginar perfectamente a tus abuelos.
    Los mios ya no están pero sigo recordandoles con nostalgia y cariño. Los echo muchisimo de menos. No eran especialmente adelantados a su época pero sí, bastante creativos. Mi abuelo apenas tuvo formación pero escribía con una gracia sobrehumana . En Navidad nos juntabamos en su casa y nos leía alguno de sus escritos. ¡Nos partiamos de risa!. Y era tan bueno que hasta le publicaron unos cuantos en el períodico. Mi abuela tambien hacía ganchillo, era una artista. A mí me dejó una colcha preciosa que pongo cada verano, una maravilla que me hace tenerla presente y cerca.

    Un abrazo

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    1. Ay! A mi mi yayo siempre me adjuntaba un poemita pequeño en los regalos de Navidad o de cumpleaños! Me acabo de acordar al leerte!!! Lástima que en aquella época no los apreciara como para guardarlos (vergüencita). Me encantaría tenerlos ahora aunque de algunos me acuerdo xD.

      Un abrazo :)

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  7. Pues que me han encantado tus yayos oye, no van a conocer a la habichuela pero seguro que allá donde estén estarán bien orgullosos de ella.

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    1. Estoy segurísima de que lo estarían. Y estoy segura de que mi Yayo la habría enseñado a dar volteretas en el tobogán con 97 años xD.

      Un abrazo :)

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